El convento franciscano de San Miguel de Las Victorias fue fundado por el Adelantado una vez finalizada la Conquista. Su advocación, al arcángel San Miguel simboliza la victoria; siempre asociado a la lucha y triunfo del bien sobre el mal y como relación de las almas por el cristianismo.
La construcción del inmueble se comenzó en febrero o marzo de 1506; su realización fue lenta ya que los únicos fondos se extraían de las limosnas que dejaban los feligreses más adinerados.
La estructura conventual se concluye en el año 1580, por el maestro de albañilería Francisco de Heras, con la colaboración de Diego Rodríguez. Hay escasez de datos de fábrica; sólo se sabe que poseía una portería que daba a una sala y seguidamente se accedía por ella al claustro; desde este, se distribuían las distintas dependencias, la parte superior destinada a dormitorios, celdas, oficinas, biblioteca, y enfermería. En la parte inferior se encontraban los servicios e incluso algunas capillas.
También se realizó la construcción de la iglesia en la misma época: de una sola nave, cuyo ingreso estaba situado en el lado de la epístola y los pies con el actual santuario. Tuvo sucesivas ampliaciones que conformaron una estructura de tres naves y múltiples capillas; como fueros la del Señor de la Columna , la del Espíritu Santo (1518), la capilla de Nuestra Señora de la Candelaria (1522), y también la de Nuestra Señora de Los Ángeles (1598) entre otras. De importancia fue la Capilla mayor, en cuya realización se utilizó gran cantidad de cantería, por lo que, se deduce que era una obra de grandes dimensiones.
A lo largo del siglo XVII, el convento sufrió bastantes reformas, debido a algunos desastres meteorológicos. Ejemplo de ello lo tenemos en las grandes inundaciones que sufrió La Laguna el 24 de enero de 1713 y que afectó en gran medida al edificio. Este percance obligó a la reconstrucción de gran parte del edificio y obligó a la orden a trasladarse fuera de estas dependencias temporalmente.
La Clausura fue ampliada y reformada desde 1726; se realizó un nuevo claustro y además se incorporaron nuevas salas de estudio. Ello como consecuencia, como consecuencia de la importancia de los conventos de la ciudad de La Laguna y del fomento de éstos a la educación y la cultura.
De las reformas y ampliación del recinto (entre ellas la más destacada, la de la Capilla mayor), se deduce que el Santísimo Cristo iba adquiriendo más importancia, en el culto y la devoción.
La noche del 28 de julio de 1810, el inmueble sufrió un grave incendio; sólo escapó a las llamas, la espadaña y la casa de la Esclavitud. El levantamiento del nuevo convento se hizo un año después y estuvo a cargo del Padre Fray Antonio Tejera.
El nuevo santuario se levantó con una orientación diferente a la anterior. En principio era una capilla con carácter provisional pero como tal ha llegado a nuestros días. Se trata de una edificación muy sencilla, donde el espacio se ha reducido ha una sola nave, sin capillas colaterales, y su superficie es aproximadamente de 46 metros de largo y 8 metros de ancho.