Dª Carmen Cruz Simó
Nuestro alcalde me propuso leer el pregón de las Fiestas del Cristo y acepté, sin pensármelo demasiado, porque no pude rechazar su tentadora y generosa oferta. Verdaderamente es un gran honor, una enorme satisfacción y una comprometida responsabilidad. Si el Sr. Alcalde me hubiera encargado la preparación de un concierto, yo estaría como pez en el agua. En este caso, he tenido que plantearme una tarea no habitual en mí, aunque, por otro lado, he de confesar que, como me gusta escribir, la elaboración de este texto que ahora comienzo me ha reportado experiencias muy gratificantes y enriquecedoras.
Cuando pensamos en los títulos de la ciudad: Noble, Leal, Fiel y de Ilustre Historia, Bien Cultural, Patrimonio de la Humanidad, Ciudad Universitaria y Episcopal… En las instituciones que alberga: Consejo Consultivo de Canarias, Instituto Astrofísico de Canarias, Instituto de Estudios Canarios, Real Sociedad Económica de Amigos del País, el primer y más antiguo Instituto de Canarias, puede abrumar la responsabilidad de proclamar ante mis convecinos nuestras fiestas mayores.
Gracias, Sr. Alcalde, Corporación, por hacerme este honor, ser pregonera en mi ciudad, a la que tanto quiero y de la que me siento tan orgullosa.
Mi ilustre predecesor en la tarea de leer el pregón de nuestras fiestas, mi admirado compañero académico, Eliseo Izquierdo, terminó su precioso discurso en septiembre pasado con una poética prosa que hablaba de música, de sonidos, de campanas: “… quienes más y mejor saben pregonar…”. Yo, a modo de leixa prende, construcción de la lírica medieval, presente en nuestra seguidilla canaria, lo enlazo y sigo: quienes más y mejor saben pregonar traen al recuerdo, con sus alegres repiques nerviosos en la mañana del catorce, otros catorces; campanas de fiesta, ondas que corren por el aire de la ciudad y los campos circundantes conforme se va desperezando el día, y que nos llaman y llevan hacia el centro neurálgico de la ciudad al que concurrimos con diversas intenciones: la devoción, el deber, el gusto por la fiesta, la amistad, el encuentro anual con los amigos foráneos; la presunción social, la curiosidad…, y tantos otros sentimientos y actitudes.
Nos agrupamos en los alrededores de la Catedral, mientras algunos entramos y otros esperan a la salida de la procesión. Procuramos situarnos ventajosamente para disfrutar del, para nosotros, momento entrañable en el que el Cristo recibe la ofrenda del Orfeón, detenido su trono frente a la sociedad. Luego nos dirigimos a la Plaza adelantándonos a la comitiva en los últimos tramos. Y una vez en la Plaza hacemos tiempo en los ventorrillos, disfrutando de la charla lagunera hasta el solemne momento de la entrada tras la procesión de regreso. Y ¡Aquí está ya el Cristo!
Pero esto sucederá el día catorce. Hoy, día primero, comenzaré diciéndoles que el mes festivo que ahora se inicia está íntegramente
dedicado por los creyentes a exaltar el valor de una de las reliquias más preciadas de la cristiandad: la Cruz, en la que Cristo ofreció el sacrificio de su vida, y que la celebración religiosa se verá jalonada por otros actos de naturaleza cultural, festiva y deportiva como viene sucediendo desde el siglo XVI.
Las dos fiestas dedicadas a la Santa Cruz que persisten hoy en día, después de casi dos milenios, son la Invención de la Santa Cruz, del 3 de mayo, y la que celebramos en septiembre, la Exaltación de la Santa Cruz.
La festividad litúrgica referida en segundo lugar, celebrada universalmente por la Iglesia, tiene como día específico el 14 del mes en curso, evocando la misma fecha del lejano año 335 en que se expuso al pueblo uno de los tres fragmentos en que se dividió la Vera Cruz, exhumada en el Monte Calvario en el año 326 por Elena, madre del Emperador Constantino, más tarde proclamada santa. Constantino mandó a edificar una basílica en Jerusalén, la del Santo Sepulcro, para conmemorar el hallazgo de las tres cruces identificadas como las de Jesús y los dos ladrones con él ajusticiados. El día siguiente de la consagración del templo pasó a llamarse de “Exaltación de la Santa Cruz”.
Pero la adecuada celebración entre nosotros, aquí en La Laguna, de la Exaltación de la Santa Cruz, precisó de dos circunstancias previas que sucedieron en los siglos XVI y XVII.
La primera, la datada hacia 1520, marca el momento en que llegó a nuestra urbe una preciosa y meritoria imagen de Cristo Crucificado, talla policromada del artista flamenco Louis van Der Vule la cual, después de un largo periplo por distintas poblaciones europeas, terminó presidiendo un altar, desde entonces suyo, en el convento franciscano de San Miguel de las Victorias, cenobio que pasó a ser, desde entonces y con intensidad progresiva, el Santuario Cristológico más venerado en el archipiélago canario. Debido a la creciente devoción de la población, el Papa Sixto V, hacia 1587, concedió, a quienes rezasen ante esa devota imagen, las mismas gracias que lucraban a los que lo hacían en la Basílica romana de San Juan de Letran.
A esa eclosión devocional contribuyó mucho, sin duda, el logrado realismo de la talla al propósito simbólico que había guiado su confección: tamaño natural; anatomía verídica en su desnudez, solo atenuada por el “paño del pudor” o “perizonium” cubriendo el área pélvica; fuerza dramática de las heridas que se infligieron a Cristo en el decurso de su “Pasión” y, por último, la “fase agónica” en que la cabeza se inclina levemente sobre un cuello todavía no atónico y los ojos que muestran sus párpados cerrados mientras que los miembros, superiores e inferiores, luchan todavía para que el cuerpo no cuelgue de la cruz, inanimado, en acertada representación plástica de la muerte y resurrección que han de seguir.
El 14 de Septiembre de 1607 se producirá el segundo gran impulso para la festividad que pregonamos porque, entonces, las autoridades insulares declararon ese día Festivo “en honor del Santo Cristo, atendiendo al clamor popular de ios milagros que ya entonces se le atribuían”.
Vendrán luego, sucesivamente, la “Festividad del Ungido”, dentro de la cual y en la plaza del convento-santuario se representaba la “Exaltación” al Cristo; es decir “elevar su culto al mayor nivel posible de dignidad”; la aparición de la figura del “Proveedor de la Fiesta”, designado por los Padres Franciscanos en la persona de un caballero meritorio a tal efecto quien, además de responsable de los diversos actos, obsequiaba a la venerada imagen “un objeto de plata” entre los cuales destacaremos la “Cruz” que, ofrecida por D. Francisco Baptista Pereira en 1630, soporta la imagen del Cristo desde entonces y en su altar.
En el año 1659 surgirá la “Venerable Esclavitud”, prestigiosa cofradía que pronto llevará los títulos de “Pontificia, Real y Venerable” bajo cuya responsabilidad y de la mano del “Esclavo Mayor”, estará la organización de las principales celebraciones litúrgicas o de otra índole relacionada.
Desde entonces y hasta ahora, como una pleamar, el “Santuario del Santo Cristo de La Laguna” revalidará tal carácter de “Santuario” mediante la llegada creciente de peregrinos que, desde múltiples lugares del archipiélago y otras partes del mundo, en buena medida muchos de los canarios que emigraron a Europa y América, vienen atraídos por los valores que desde aquí se proclaman e irradian y por el prestigio de los milagros que, en respuesta a lo que solicitan los afligidos por males corporales o sociales, se sienten atendidos por el Santísimo Cristo. Los múltiples “exvotos” de la más variada naturaleza que podían verse a la entrada del templo, aseveran tal circunstancia.
Y al referimos a nuestros emigrantes, que lo fueron por tan diversas razones, no queremos olvidar a uno muy especial: el Rvdo. Padre José de Anchieta, jesuita natural de La Laguna quien, en la segunda mitad del siglo XVI y después de haber estudiado en la entonces muy prestigiosa Universidad de Coimbra, misionó Brasil llegando a ser considerado como Apóstol de aquel territorio donde, entre otras cosas, (latinista, poeta y gramático), fundó la ciudad de Sao Paulo y contribuyó a la fundación de Rio de Janeiro, además de escribir una valiosa gramática sobre la lengua tupí, una de las más importantes habladas en aquel vasto país. Fue beatificado por Juan Pablo II y canonizado por el Papa Francisco en el año 2014.
Es posible que José de Anchieta conociera la talla del Cristo de La Laguna a tenor de la presencia en algunos de sus versos de la descripción de un Cristo que nos recuerda al nuestro. Su manifiesta devoción en él se trasluce en versos escritos en español y compuestos para ser utilizados con una melodía popular de la época, cambiando la letra de esa melodía por la realizada por Anchieta, de carácter religioso, lo que se denomina con el término técnico de contrafacción, contrafactum en latín. En la biografía de Anchieta editada por el Ayuntamiento de La Laguna se establece que el misionero utilizaba esas canciones “a lo divino” para la escuela y la catequesis de los indígenas.
Anchieta, gran personalidad de la cultura y hombre de fe, sirve de preámbulo para destacar, dentro de las Fiestas del Cristo lagunero, la importancia que tiene para tal efeméride la variedad de actos culturales que durante todo el mes se llevan a cabo. Y es por esa razón por lo que desde muy temprano hay una estrecha vinculación entre el santuario y sus festejos, circunstancia que se ha ido ampliando y enriqueciendo a lo largo de los siglos, marcando dos planos claramente nítidos: por un lado aquellos propiamente religiosos y, por otro, los que tienen un carácter más lúdico y desacralizado.
Sorteando ahora el devenir histórico de las fiestas laguneras, destacaré cómo algunas instituciones de la ciudad han tenido un papel relevante en la realización de las actividades culturales en torno a las Fiestas del Cristo, especialmente a partir de las primeras décadas del siglo pasado.
Es necesario resaltar que la ambición de vida cultural de la ciudad, que evolucionó a partir de la Ilustración, en lo político, religioso, económico, social y artístico, dio origen a la creación de instituciones de carácter privado como es el caso del Ateneo ya en 1904, tal y como iba ocurriendo, por otro lado, en numerosas ciudades importantes del resto del país. El creciente interés por lo artístico desembocó, pocos años más tarde, en la aparición de un Teatro con capacidad para albergar las expresiones musicales, teatrales, literarias y de índole social que precisaba y por las que clamaba la población.
El Ateneo organizó con gran éxito el 11 de septiembre de 1915, la Fiesta de las Hespérides, que comenzó con los Cantos Canarios de Teobaldo Power a cargo de la Banda Municipal de Música de Santa Cruz, y que sirvió de preámbulo a una velada literario-musical de confraternización insular. Este acontecimiento lo fue doblemente ya que representó la inauguración oficiosa del nuevo y flamante Teatro Leal que a partir de esta fecha se incorpora a las celebraciones de las fiestas del Cristo.
Esta misma institución se encargó también de preparar las Fiestas de Arte, que sirvieron de escaparate a la “Escuela Regionalista” de La Laguna. Como parte de los actuantes en esas fiestas encontramos a dos personas de especial relieve: Fermín Cedrés, compositor de “Lo Divino” y Luisa Machado, que nos legó sus anotaciones sobre costumbrismos del habla canaria. Como todos sabemos, estas fiestas de arte han tenido continuidad hasta hoy.
Una modalidad, la llamada Velada Sacra, fue la escogida en 1929 por la Pontificia, Real y Venerable Esclavitud del Santísimo Cristo con motivo de las “Fiestas de septiembre”, que así eran llamadas por aquellos años. Debido a la acogida recibida, la Esclavitud repitió la fórmula en 1929, 1935, 1942 y 1953, todas ellas en el marco del Teatro Leal.
Entre toda esta efervescencia cultural alrededor de las Fiestas del Cristo, quiero destacar la que se llevó a cabo en 1945 en la que José M.3 Pemán y Pemartín, entonces director de la Real Academia Española, actuó como mantenedor. Y lo resalto, no solo porque Pemán fuera una figura insigne de la cultura y la sociedad de la época, sino porque en la 1§ parte y compartiéndola con Manuel Verdugo y Gutiérrez Arbelo y de Lorenzo Cáceres, actuaron los músicos Maruja Ara, excelente pianista, Agustín León Villaverde, violinista y Ángel Mañero, violoncelista. Estos tres magníficos músicos, afincados en Santa Cruz en la postguerra, resultaron ser parte muy importante de lo que luego fue el Conservatorio Superior de Música de Santa Cruz de Tenerife, que fusionado con su homólogo de Las Palmas de Gran Canaria, dio lugar al actual Conservatorio Superior de Música de Canarias.
Y en este recorrido cultural, antecedente de nuestro momento actual, es obligada la cita del Orfeón La Paz, cuya actividad ha sido clave en el desarrollo de las Fiestas del Cristo de La Laguna. Desde su fundación en 1918, mantiene una presencia constante como promotor de actos y con su participación directa en ios acontecimientos religiosos y civiles.
En la víspera del Cristo del año 1927, esta Sociedad organizó en el Teatro Leal lo que llamaron “Fiestas de las Regiones”, con el concurso de otros municipios, como La Orotava, el Puerto de la Cruz o Icod de los Vinos. En 1930, un concierto extraordinario de la Masa Coral de La Palma, dirigida por Elias Santos; en 1931 un gran concierto con orquesta, coros y solistas. En septiembre de 1932, un espectáculo de arte consistente en la exposición plástica de estampas sobre la vida de Jesús o pasajes bíblicos, con música, poesía y literatura creada expresamente para la velada.
El Teatro sonó de nuevo en las fiestas del Cristo de 1941. Entonces el Orfeón organizó un concierto en el que la Orquesta de Cámara de Canarias, germen de nuestra OST, dirigida por Santiago Sabina, también profesor dei Conservatorio, ofrece un programa con la participación del Coro del Orfeón La Paz.
El memorable concierto dado en el Teatro Leal por el Coro Easo de San Sebastián el 13 de septiembre de 1954, quedó intacto en la memoria de los asistentes y marcó un hito por la perfección de ejecución que demostraron aquellas magníficas voces vascas.
El Orfeón La Paz ha seguido organizando en un largo etcétera conciertos y actos en su cita anual con las Fiestas del Cristo hasta hoy. Desde 1984 presenta el Encuentro Coral Manuel Hernández, que este septiembre cumplirá la edición trigésimo tercera y que a buen seguro enriquecerá, una vez más, la oferta musical de estas nuestras fiestas.
El Ateneo, en su fiesta de arte de este año, nos regalará con una conferencia de ética del eminente filósofo Javier Sádaba y la intervención musical de la reconocida pianista Sophia Unsworth.
Desde el año 2000 viene siendo asidua la participación de la magnífica Orquesta Sinfónica de Tenerife en conciertos seguidos de forma multitudinaria por la población. La programación de esos conciertos extraordinarios ha sido variada y adecuada a la circunstancia festiva y del lugar. Este septiembre, mañana día 2, tendremos ocasión de disfrutar de un programa de corte popular.
Indudablemente, las celebraciones de orden cultural que se han realizado en La Laguna en torno a las fiestas del Cristo han aglutinado a grupos e individualidades insulares representativas en el ámbito de sus respectivas disciplinas, sin dejar de lado la apertura a la región e incluyendo personalidades de repercusión estatal.
Y como una parte más de la manifestación popular de la fiesta, la que se refiere al folklore no podía estar ausente de nuestras celebraciones laguneras. Este mes disfrutaremos de la 38 edición del Festival Sabandeño, piedra angular de los acontecimientos de tipo lúdico programados con motivo de las fiestas.
En 1977, y debido a la iniciativa y determinación de Elfidio Alonso Quintero, personalidad en el mundo del folklore, vimos nacer el Festival Sabandeño que se celebró en sus comienzos en la Plaza del Adelantado. La dimensión que en el transcurso de los años fue ganando tal evento se debe a una dirección sabia que ha ofrecido un enorme abanico de intérpretes, cantadores, instrumentistas, grupos que han resultado ser imán de atracción para un público muy numeroso y ecléctico. Hay en su nómina la friolera de unos 45 grupos o solistas de Canarias; 25 del resto del estado; 56 de América latina, e incluso, de África y Portugal.
Es difícil relacionar algunos participantes entre tantos, pero es una tentación en la que caeré: Mestisay, Garoé, Taburiente, Troveros de Asieta, Domingo el Colorado, M.§ del Carmen Mulet, Candelaria González, Benito Cabrera; la Tuna de Distrito de la ULL, Los Campesinos, Milladoiro, Nuevo Mester, Raimon, M.s del Mar Bonet, Soledad Bravo, Serenata Guayanesa, Contracanto, Eduardo Falú, Vocal Sampling, Quilapayún, Dúo Salteño, Armando Manzanero y un largo, larguísimo etcétera no menos digno de ser relacionado aquí. En esta próxima edición, sin duda, se incrementará el plantel de grandes figuras que actuarán con el atractivo de tener a los Sabandeños arropándolos en el escenario en un novedoso cambio de formato.
Y como el folklore es tradición y cultura, destaca también en las fiestas laguneras un acto de singular importancia que se produce la víspera en la plaza. Me refiero a la llamada Noche de las Tradiciones en la que se revive la intervención de las parrandas en los ventorrillos de la Plaza o en deambulares callejeros.
Las fiestas las hace el pueblo y son para el pueblo. Desde muy antiguo, ya en el mundo grecoromano, en todas las festividades aparecían manifestaciones deportivas de mayor o menor calado. En las del Cristo, también continuando con la vieja tradición, se han incorporado a lo largo de los años distintas pruebas deportivas que han ido adquiriendo cada vez mayor arraigo ciudadano o han sido sustituidas por otras más en consonancia con gustos y usos posteriores. Es destacable la señera Vuelta Ciclista a la Isla de Tenerife, ya en su 61 edición, que recupera la dimensión de prueba nacional que había perdido y vuele a ser puntuable para el campeonato de España.
A esta importante cita se añaden, además, la Carrera del Santísimo Cristo de Atletismo, 37 edición; el trofeo de Lucha Canaria o el arrastre de ganado. Deporte y tradiciones populares se dan la mano para resaltar la fiesta.
Estoy llegando al final de mi exposición y casi no he hablado de la música como lo que es: la expresión artística que todo lo inunda, la que está presente en cualquier manifestación importante, tanto de carácter religioso como laico. Festiva, seria, solemne, banal. Con muchos usos: para enardecer, para sosegar, de ambiente, para enamorar, para compartir momentos alegres, en ocasiones para aturdir música trascendental, música virtuosa, música simple, música intelectual, música descriptiva…. No hay fiesta sin música. Juan del Encina, dramaturgo, poeta y músico en la corte de los Reyes Católicos, en su obra “El triunfo del amor”, describe una fiesta así:
Fue la música muy alta y los músicos sin cuento; de ningún buen instrumento hubo en esta fiesta falta.
Sacabuche, chirimías
Y pasa a enumerar hasta 24 instrumentos que según su relato engrandecieron la fiesta que narra.
Que la música no falte en estas fiestas nuestras. Que suenen los instrumentos y las voces expresen los afectos usando el maravilloso vehículo que es la música.
Distinguidas autoridades; queridas y queridos amigos:
Termino este “pregón”, encomendado por el Excmo. Sr. Alcalde, esperando que mi voz haya sido lo suficientemente alta y clara para noticiar a todos los habitantes de la ciudad y a los distinguidos huéspedes que tengan la amabilidad de visitarnos, de la excelencia de las fiestas que con el largo recorrido de un mes, hoy se inician. No cabe duda de que su amplio abanico permitirá complacer los múltiples gustos de la sociedad heterogénea del siglo XXI.
Y como dichas fiestas tienen su núcleo en la exaltación de la Cruz, parece oportuno cerrar este discurso impetrando al Santísimo Cristo de La Laguna para que ilumine a nuestro pueblo y sus gobernantes y nos ayude a superar los retos que nuestra sociedad, que el mundo, tiene por delante.
Y ahora y siguiendo la ancestral tarea del pregonero, decimos:
Habitantes de La Laguna, conciudadanos del casco y de sus barrios, pagos y pueblos: San Roque, El Timple, La Verdellada, Barrio Nuevo, Gracia, Coromoto, San Benito, San Lázaro, El Bronco, La Cuesta, Taco, La Hornera, Tejina, Valle de Guerra, Bajamar, La Punta del Hidalgo, Geneto, Los Baldíos, Guamasa, El Ortigal, Jardina, Las Mercedes, El Batán, Las Carboneras…
SEPAN TODOS que hoy comienzan las fiestas del Santísimo Cristo de San Cristóbal de La Laguna.
¡¡¡Muchas gracias por su generosa atención y felices fiestas!!!