Mis primeros recuerdos de la Semana Santa lagunera me llevan a los años 60 y tantos, cuando el querido y recordado reverendo hermano Ramón quemaba los palmitos secos del Domingo de Ramos del año anterior, para transformarlos en la ceniza que el no menos recordado don Santiago, capellán del colegio Nava-La Salle, nuestro popular Colegio de “Los Hermanos”, ponía en nuestra frente cada Miércoles de Ceniza… Desde entonces, comenzábamos a sentir de lleno que, de nuevo, llegaba la Semana Santa a La Laguna…
¡Quién me iba a decir a mi que, cuarenta años después, iba a tener el profundo honor y la inmensa responsabilidad de ser, nada más y nada menos, que el pregonero de la Semana Santa 2005 de San Cristóbal de La Laguna!… Un reto al que me enfrento en estos momentos con toda la humildad del mundo, a la vez que con todo el honor del mundo…
Deseo saludarles a todos. A los que están aquí presentes en este Convento de Santa Clara en La Laguna, y a los que puedan estar siguiendo este Pregón a través de los distintos medios de comunicación, con un especial saludo, si me lo permiten, a los oyentes de la Cadena COPE en Tenerife y a los teleespectadores de Popular TV Tenerife. Así como a:
Ilmo. Sr. D. Bernardo Álvarez, Vicario General de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna.
Ilmo. Sr. D. Julián de Armas, canónigo Deán de la Santa Iglesia Catedral y Delegado Diocesano de Economía.
Ilmo. Sr. D. Jesús Manuel Gil Agüín, Delegado Diocesano de Hermandades y Cofradías, Fiscal Diocesano y Delegado Episcopal para la Junta de Hermandades y Cofradías de La Laguna.
Ilmo. Sr. D. Juan Antonio Pérez Gómez, Presidente de la Junta de Hermandades y Cofradías de la Semana Santa de La Laguna.
Rvda. Madre Abadesa y hermanas clarisas de este Convento Franciscano de Clausura de Santa Clara.
Ilmo. Sr. D. Wladimiro Rodríguez Brito, consejero del Excmo. Cabildo Insular de Tenerife
Ilmo. Sr. D. Rafael Becerra, Primer Teniente de Alcaldesa y Alcalde accidental del Excmo. Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna.
Honorables miembros de la Junta de Hermandades y Cofradías de la Semana Santa de La Laguna
Hermanos mayores, cofrades, esclavos y hermanos todos de las distintas hermandades y cofradías.
Dignísimas autoridades. Laguneras y laguneros, amigos y hermanos todos en Cristo Jesús, que me honran con su presencia y su calor en este especial momento para mi.
A todos un afectuoso saludo y, como diría mi buen amigo fray José Arenas Sabán,…, nuestro buen amigo y siempre recordado Pepe Arenas: el deseo franciscano de Paz y Bien.
Permítanme dedicar este Pregón a todos y cada uno de los hermanos cofrades de mi querida y muy austera Cofradía del Lignum Crucis y Nuestra Señora de la Piedad de San Cristóbal de La Laguna, que en los próximos días concluye la celebración del 50º Aniversario de su fundación, allá por la Semana Santa del año 1954… Sé que alguno de ellos tuvo a bien sugerir mi nombre al señor presidente de la Junta de Hermandades y Cofradías de La Laguna para que, este año, yo ejerciera de pregonero.
Dicho lo anterior, debo comenzar mis palabras agradeciendo muy sincera y profundamente al doctor don Juan Antonio Pérez Gómez, presidente de la Junta de Hermandades y Cofradías de la Semana Santa de La Laguna, así como a todos los miembros de su Junta de Gobierno, el honor de haberme designado para ocupar esta tribuna.
Gracias querido Juan Antonio. Eres un señor y me consta que honras el puesto de presidente de la Junta de Hermandades y Cofradías de la Semana Santa de La Laguna con el buen ejemplo y el trabajo que estás desarrollando, como honras la Medicina con tu presencia. Espero humildemente no defraudar las expectativas que tú y los miembros de tu Junta, han depositado en mi como Pregonero.
De igual modo, deseo devolverle a mi presentador, don Juan Luis Maury-Verdugo, el mismo afecto y cariño que él ha volcado en sus palabras hacia mí. Agradezco de corazón esas entrañables palabras con las que has tenido a bien presentar a este humilde pregonero. Gracias de nuevo, Juan Luis.
Hoy que faltan pocos días para que comience la melancolía, me asomo a esta tribuna a contarles lo que todos ustedes saben mucho mejor que yo, y algunas cosas personales que esta noche voy a confesarles públicamente.
De entrada, una primera confesión. Los que me conocen saben que, en contra de lo que pueda parecer, el que les habla es una persona muy tímida que, en todo caso, se transforma cuando está dentro de un estudio de radio, con la salvaguarda de unas herméticas paredes, de dobles cristales y de puertas antirruido, con las que te sientes aislado y protegido. Allí es cuando yo estoy en “mi territorio”.
Estar aquí ante ustedes, cara a cara, supone para mi un doble reto que espero superar con la ayuda del Padre, que, en definitiva, es el auténtico protagonista de esta noche, de la Semana Santa… y de todo.
Los que me conocen también saben que, las pocas veces que tengo que hablar en público suelo terminar con una frase que, desde que la conocí, la llevo conmigo y la repito siempre. La pronunció un día un misionero francés, Albert Schweitzer, que además era médico y cirujano. Schweitzer nació el año 1875 y murió con 90 años en 1965, fundó el hospital de Lambaréné, en la República de Gabón y fue galardonado con el Premio Nóbel de la Paz en 1952.
Aunque casi siempre repito su frase cuando termino mis palabras, hoy, excepcionalmente, voy a comenzarlas con ella. Albert Schweitzer dijo al recoger su Premio Nóbel a los 77 años que…
“Los años arrugan la piel…
pero renunciar al entusiasmo,
… arruga el alma”.
La Semana Santa de San Cristóbal de La Laguna no puede, no debe renunciar al entusiasmo que la ha hecho y que la hace punto de referencia en Canarias, en todo lo que a espiritualidad, religiosidad y devoción cristiana se refiere.
En un mundo en el que parece que los valores se van perdiendo, las tradiciones decayendo, que la fe se tambalea y que el amor se apaga, necesitamos más que nunca del entusiasmo del Jesús que vamos a crucificar, pero que resucitará triunfante en la Pascua, para seguir siendo faro y guía de todos.
Los canarios solemos recordar una frase que dice…
“La luz que va delante, es la que alumbra”…
Sin duda, no hay mayor, ni mejor luz que el propio Resucitado al que buscamos ya desde ahora…
Dice el Diccionario de la Real Academia Española que un pregón es “la promulgación o publicación que en voz alta se hace en los sitios públicos de algo que conviene que todos sepan”.
Dice también que es “un discurso elogioso en que se anuncia al público la celebración de una festividad y se le incita a participar en ella”. Y manifiesta por último, que se trata de “una alabanza hecha en público de alguien o de algo”.
Pues bien. Deseo promulgar públicamente y en voz alta, en este santo sitio público, algo que conviene que todos sepan: En el año del Señor de 2005, vuelve la Semana Santa a la ciudad y al municipio de San Cristóbal de La Laguna. Deseo elogiar con entusiasmo y sin tapujos una Semana Santa muy especial para mí y para todos nosotros: La Semana Santa de San Cristóbal de La Laguna…, la de sus gentes y sus barrios.
Deseo anunciar al público la celebración de una profunda conmemoración, en la que vamos rememorar el apasionante misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Quiero incitarles a que vivan intensamente esta ya próxima Semana Santa, participando activamente en sus celebraciones.
Y voy a alabar en público una tradición cristiana, como es la celebración de la Semana Santa, que se vive en el casco histórico de esta nuestra Laguna, y también, como no, todos los queridos barrios, pagos y otros rincones de nuestro municipio.
Pero yo no soy un experto en historia de la historia, ni tampoco en teología, ni soy especialista en historia del arte, no soy poeta, ni sacerdote… Yo soy sólo un sencillo periodista. Un contador de lo que pasa. Y me apetece hacer eso. Simplemente. Contarles mis vivencias de la Semana Santa en La Laguna, mi querida ciudad.
Con ello, estoy seguro, cumplo de una vez con los tres objetivos del pregón:
anunciar, incitar y alabar
Una segunda confesión. Me siento profundamente creyente y la Semana Santa siempre fue para mí un tiempo distinto y un profundo tiempo de celebración cristiana, que en todo momento me marcó y que he intentado vivir de forma intensa y coherente. Esa celebración ha ido cambiando con el tiempo y mucha gente pone en duda la creencia de muchos jóvenes que se acercan a este Misterio de forma esporádica y puntual.
Les desvelo una tercera confesión. Me temo, con perdón, que no soy yo lo que se dice un católico modélico, ni un ejemplo perfecto de práctica cristiana. Creo que en mi vida personal soy coherente con mi Fe, aunque falle a menudo con algunos preceptos que debería cumplir con más dedicación y desvelo.
Y digo esto y me pongo yo mismo de ejemplo (no muy bueno, en este caso), porque deseo defender la validez de muchos feligreses, de muchos hermanos cofrades que se acercan a la Semana Santa de La Laguna sin tener cumplidos al cien por cien todos sus deberes como cristianos, pero, eso sí, que se acercan llamados por una fuerza especial que, para mi, justifica su presencia y lo perdona todo.
Hace un par de meses, cuando durante una comida le comenté a don Julián de Armas, nuestro querido y respetado canónigo Deán de la Santa Iglesia Catedral, que había recibido el encargo de pronunciar este pregón, días en los que las relaciones y la comunicación entre nuestra Iglesia Católica y el actual Gobierno de nuestro Estado aconfesional parece que no estaban pasando por muy buenos momentos, don Julián me sugirió que podría titular el pregón de la siguiente manera:
“Semana Santa en un mundo laico”
“Semana Santa de La Laguna en un mundo laico”
Me pareció muy interesante y oportuno. Y de nuevo echamos manos del Diccionario de la Real Academia y descubrimos que laica es aquella persona que es “independiente de cualquier organización o confesión religiosa” y que, por tanto, “no tiene órdenes clericales”.
Laico proviene de la palabra griega “laos”, que significa “pueblo”, e indica al hombre y a la mujer del pueblo. Por lo tanto, laica es una persona que habla en primer lugar, no por lo que ha estudiado, sino por la experiencia que tiene y que le suscita el pueblo al que pertenece.
Giancarlo Cesana, prestigioso doctor en medicina y director del Centro de Estudios e Investigación sobre Patologías Crónicas de la Universidad de Milán, escribía precisamente en el último número de la prestigiosa revista “Huellas” lo siguiente:
“Todos pertenecemos a algo, o mejor dicho, a un pueblo, porque ni nos hemos hecho, ni nos hacemos a nosotros mismos. El que piensa que se pertenece sólo a sí mismo, a sus propias ideas, está en una posición verdaderamente triste, porque pertenece a aquello a lo que pertenecen sus ideas: a la televisión que ve, a la radio que escucha, al periódico que lee por la mañana, en una palabra, al poder”.
Pues bien, alguien que está de lleno en los círculos del llamado “poder”, nada más y nada menos que el presidente del senado italiano, Marcello Pera, una personalidad “laica” –de matriz empírica, profesor de Filosofía de la Ciencia y que se ha confesado poco creyente- afirma que:
“Es necesario desbaratar una concepción relativista de la vida y vol-ver a descubrir en las raíces cristianas la referencia decisiva para una cultura civil común”.
De nuevo, el cristianismo como respuesta…. Al principio, al final y siempre… ¡Cristo!
El único Poder verdadero es el de Cristo y, como sugiere el senador Marcello Pera, tenemos que volver a nuestras raíces cristianas para des-cubrir en ellas un punto de referencia, nuestro punto de referencia. Pertenecemos a un pueblo con profundas raíces cristianas y, con sus referencias y el ejemplo de un Jesús liberador, cuya pasión vamos a rememorar, los laicos de La Laguna, conscientes de que somos pueblo de Dios, debemos dar el mejor ejemplo de Fe y cristiandad, decisivo para lograr conformar entre todos un mundo mejor.
Hace casi un año, un gran sacerdote y buen amigo, Joaquín Herba Meizoso, hizo llegar a mis manos un ejemplar de la revista “Huellas”, revista que ya mencioné antes y que es el órgano del Movimiento Internacional Católico “Comunión y Liberación”. A través de ella he conocido la realidad de este movimiento eclesial católico y la apasionante figura de su fundador, don Luigi Giussani, que nació un 15 de octubre de 1922 y que, lamentablemente, falleció el pasado día 22 de febrero, precisamente mientras estaba escribiendo este pregón.
Pues bien. El propio don Giussani (Q.e.p.d. y de quien el Papa Juan Pablo II ha dicho en el momento de conocer que había fallecido, que era “Un defensor de la razón del hombre”) manifestaba que…
“en medio de la contradicción existe la esperanza”
y decía textualmente don Giussani que…
“ante la soledad brutal en la que el hombre se encierra a sí mismo, como para salvarse de un terremoto, el cristianismo se ofrece como respuesta”.
En esa línea, creo que nuestra Semana Santa lagunera ha sido, es, y debe seguir siendo generosa con todas las personas. Con los que la viven desde dentro de las distintas hermandades y cofradías, con los fieles que, con más o menos participación activa, se acercan a los cultos y procesiones, con los sacerdotes y religiosos que dedican su vida a Cristo. En definitiva, con todas las personas viven nuestras celebraciones con el mayor respeto y devoción.
Las celebraciones de la Semana Santa de La Laguna pueden ayudar a transmitir a todos la existencia de esa respuesta, quizá de la única respuesta verdadera: el cristianismo.
En un mundo como el nuestro; el mundo de la imagen, la comunicación y las nuevas tecnologías, el mundo del corre-corre, del estrés permanente, de la impersonalidad…. esta Semana Santa nos puede y nos debe dar pié para hacer un punto y aparte y…, luego, también nosotros resucitar… siendo mejores.
Dije que estamos en el mundo de la imagen y la comunicación y digo que nuestra Semana Santa de La Laguna, de la mano de sus hermandades y cofradías, desarrolla una labor de comunicación entre la Fe y las personas, entre nuestra Iglesia y nuestro pueblo que es, en definitiva una catequesis cuya importancia y efectos son difícilmente evaluables.
Como dijo hace ahora cinco años fray José Arenas Sabán, precisamente en su pregón de la Semana Santa de La Laguna del año 2000,
“Una procesión es una catequesis que entra por los ojos, un libro abierto donde se puede tener todo el Mensaje salvador de Jesucristo”
Estoy, como casi siempre, totalmente de acuerdo con nuestro querido amigo Pepe Arenas.
Efectivamente, las cofradías y hermandades de La Laguna hace muchos años que descubrieron el valor de esa pedagogía, la desarrollan desde las mejores tradiciones del pueblo, y, necesariamente, cada año, van haciendo un esfuerzo por traducir su realidad al lenguaje y al estilo de nuestra época, sin olvidar nunca el espíritu con el que nacieron.
Por ello, sé y digo que los jóvenes cofrades deben traducir su vivencia de Semana Santa en ejemplo cotidiano el resto de las semanas del año, dando claro testimonio de la fe que profesan, o que dicen profesar.
Pero también sé, lo repito, que esos jóvenes de nuestro municipio, laguneras y laguneros que están presentes y trabajando en todas y cada una de nuestras hermandades y cofradías, han dejado de estar en otros escenarios más mundanos y materialistas por estar, de alguna manera…, a su manera, más cerca de la fe y del fenómeno religioso.
Muchas veces veo en el Lignum Crucis y en otras cofradías a chicos y chicas jóvenes que, siendo Semana Santa y estando de vacaciones, podrían haberse ido a la playa o al monte y, sin embargo, están procesionando con seriedad y respeto, están acercándose a los distintos oficios religiosos y que, repito, en cualquier caso, están de este modo, por la razón o el motivo que sea, más cerca de la Fe, del cristianismo y del fenómeno religioso católico.
Y no creo que sea precisamente por figurar. La mayoría de nuestras cofradías visten el hábito con el tradicional capirote y, con él puesto, muy poco o nada se sabe del penitente que procesiona bajo ellos. Esa juventud, y todos nosotros, hacemos posible la Semana Santa de La Laguna y, desde ella, damos testimonio de fe y hacemos una labor pastoral que, seguro, hará y nos hará mejores ciudadanos.
Por ello, en este pregón, quiero dejarles una serie de anécdotas que, entre miles, conforman esa tradición cofradiera lagunera…
Una tradición que espero se repita un año más si el tiempo no lo impide, y por ahí va la primera anécdota.
Porque deben saber que, según el boca a boca, si este próximo domingo de Pasión, domingo V de Cuaresma, durante la procesión del Santísimo Cristo de Burgos -que aquí nos acompaña- lloviera sobre La Laguna, dicen las buenas gentes del lugar que la Semana Santa de este año se vería entonces… digamos que… “pasada por agua”… Esperemos, pues, que este domingo no llueva.
Anécdotas y curiosidades que me hacen sentir profundamente contento, cuando en las noches laguneras cercanas a la Cuaresma, veo un grupo de jóvenes trasladando sigilosamente los carros que han armado previamente y donde, posteriormente, montarán los distintos pasos con las imágenes que tantas lágrimas harán saltar en los rostros de los feligreses, en las tardes o madrugadas laguneras…
Y siento una satisfacción tremenda cuando, lejos de estar en otras actividades, sin duda nocivas, estos jóvenes emplean parte de su tiempo libre en venir a las distintas cofradías y ocuparse de arreglar los tronos, de limpiar los faroles, de preparar las velas, de sacar brillo a los fanales, a los estandartes…
En fin, mantener y cuidar con mimo los distintos objetos que conforman el amplio material de una cofradía, así como la buena amistad entre los cofrades.
Y me siento feliz cuando sé que doña Lola, la madre de José Luis del Castillo (“Garabote” para los amigos) sigue pasándose tardes completas planchando hábitos de nuestra cofradía para que si, algún antiguo hermano cofrade vuelve a desear procesionar, el hábito que dejó hace años esté limpio, listo y preparado para que pueda volver a salir de nuevo…
¿Saben cuántas madres, novias, suegras… realizan calladamente pero con total orgullo este trabajo para que sus hijos, novios o yernos, salgan en procesión por las calles del municipio lagunero?…
Y, aunque sé que el gesto y la devoción no se deben confundir con el folclore mal entendido, agradecemos sinceramente que el amigo Lamberto preste su ventana de esta calle Ernesto Ascanio León-Huerta, para nosotros Callejón de las Claras, para que una sentida malagueña sea cantada con devoción y respeto ante el Cristo lagunero, cuando pase de camino hacia esta iglesia, en su multitudinaria, silenciosa y siempre impresionante Procesión de Madrugada.
Y nos sigue emocionando el gesto de nuestra querida Pilar Castro Palazón quien, cada madrugada de Viernes Santo, con un entusiasmo que supera años, enfermedades y achaques, sigue dirigiendo en el zaguán del Casino de La Laguna a la Coral Alonso Salazar en su siempre esperada interpretación del Stabat Mater….
Stabat Mater dolorosa
iuxta Crucem lacrimosa…
Al final de su interpretación, un sencillo y casi secreto gesto, se repite cada año, sin que casi nadie se percate del mismo. El Esclavo Mayor de la Pontificia, Real y Venerable Esclavitud del Santísimo Cristo de La Laguna “roba” uno de los lirios que adornan el trono del Moreno Lagunero y sigilosamente se lo entrega a Pilar Castro, quien….. discretamente….., lo besa,…. lo riega con una lágrima…. y lo guarda….
Por cierto… ¡Cuántas veces en mis ya 25 años de radio habré preguntado en mi programa en qué se diferencia nuestro Cristo de La Laguna de la Semana Santa del que procesiona en sus fiestas mayores de septiembre!…
Y cuántas veces un oyente anónimo me ha respondido año tras año que en Semana Santa nuestro Cristo va en su cruz de madera, mientras que en septiembre luce radiante en su cruz de plata…
O que en Semana Santa el paso se adorna con tristes lirios, mientras que en septiembre lo adornan las impresionantes orquídeas donadas por los esclavos, sus familias y amigos…
Oigo con sencillas anécdotas, con sencillos gestos que van configurando una sentida tradición lagunera, que nos es más que la recreación de la fe en pequeños detalles que salen del corazón y que son realizados anónimamente…
Nos sigue poniendo la carne de gallina cuando el propio José Luis “Garabote” o los monaguillos de la parroquia de Santo Domingo, hacen sonar la matraca, cuando, también en su Procesión de Madrugada, el Cristo lagunero entra en la iglesia, tras oírse otras malagueñas desde la escultura de la plaza, a la que los laguneros profundos llamamos popularmente el “Monumento a los Canutos”, y que diseñara en su día el gran lagunero Adrián Alemán.
Tras su paso por Santo Domingo, la procesión de madrugada llega a la fachada del ayuntamiento donde ya Miguel Santos, el conserje, un año más, se ha ocupado de que las banderas estén colocadas a media asta en señal de duelo y respeto hacia el que ha muerto crucificado.
Ahora que como dije, estamos en tiempos de una absurda polémica entre lo laico y lo religioso, entre lo partidista y lo personal, Miguel no se mete en follones.
Él, simplemente, siente lo que es la Semana Santa de La Laguna y sabe que hay algo que está por encima de partidos políticos y corporaciones.
Él sabe que las banderas deben estar a media asta, y las pone, sin faltar un año, por respeto a una Fe, a una creencia, a una historia y a una tradición…, que son esencias de la vida misma de nuestra Ciudad…
La Procesión de Madrugada enfila la calle de la Carrera y a su paso por el antiguo Colegio Nava-La Salle, más concretamente a la altura del local de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, la banda de música comienza a tocar el siempre escalofriante “Adiós a la Vida” de la ópera Tosca de Giacomo Puccini. Esperemos, por cierto, que este año no falte la banda de cornetas y tambores, la de música y que no falle la partitura, para que la tradición no se pierda…
Por cierto, también, que quien por primera vez no estará este año, al menos trabajando de forma activa será quien siempre se presentaba como…
“Joven industrial y gran artista de esta plaza, conocido por el escueto nombre de… Zenón”
Zenón el fotógrafo, plasmaba cada año con su cámara la Procesión de Madrugada mientras, simultáneamente, iba dirigiendo los compases de la banda.
Y todo, a ser posible, con rigurosa y estricta puntualidad… Y es que claro, el “Adiós a la Vida” debe comenzar no después de donde tenía el despacho de practicantes don Felipe y Marcelino, frente a la antigua Casa Sindical, porque si no es así, no acabará a la altura de la Plaza de la Catedral, que es cuando el paso de la Dolorosa, con San Juan y la Magdalena ya está a la altura la sede social de nuestro querido Orfeón “La Paz”, donde le cantan a la Virgen los componentes del coro, que, minutos más tarde, también cantarán al paso del Crucificado lagunero.
¿Sabían que cuando ya va camino de la Concepción, a la altura de la capilla de las Siervas de María, el paso del Santísimo Cristo de La Laguna gira discretamente unos grados a su izquierda y se detiene unos segundos, como si el Crucificado quisiera respetuosamente hacer parada y oración ante el Monumento al Santísimo de la mencionada capilla?.
Este año, por cierto, este gesto será contemplado por primera vez por sor Anna, sor Verónica, sor Ivonne y sor Jannette, cuatro jóvenes y simpáticas monjitas de color, procedentes del Camerún, que este pasado año acaban de incorporarse a la comunidad de Siervas de María de La Laguna, que tan magnífica labor y servicio realiza con los enfermos.
Luego, siempre en silencio, roto solamente por la banda de música, que en esta ocasión interpreta la sentida Malagueña compuesta por don Tomás Montesdeoca, llegada y entrada de la procesión en la Parroquia Matriz de la Concepción, actualmente sede de la Santa Iglesia Catedral de La Laguna, donde, de nuevo, se hace sentir el sonido de la matraca de la Concepción, tocada esta vez, seguro, por uno de los muchos componentes de la familia Herrera…
Ah, por cierto. Ni que decir tiene que la entrada debe realizarse a las 9:00 en punto y que, en ese momento, deben sonar los acordes de la Marcha Real (o el Himno Nacional, como prefieran), cosa en la que todos, los de un partido y los de otro, los de izquierda o los de derecha, nacionalistas o no, parece que en La Laguna están todos de acuerdo…
¡No vean la que se armó el pasado año por no interpretar el himno mientras entraba el Cristo o a la salida del Lignum…!
Las tradiciones atesoran la historia viva de la Semana Santa Lagunera y, con anécdotas incluso curiosas, se deben seguir respetando y cuidando…
¿Sabían ustedes que desde hace muchísimo tiempo, tras desmontar el paso de la Santa Cena, después del Domingo de Resurrección, las imágenes de los apóstoles y la de Jesús se reparten entre distintas familias laguneras que guardan celosamente a cada apóstol hasta la Semana Santa siguiente?…
…¿Sabían que ninguna familia quería llevarse la imagen de Judas, al que siempre se le conoce porque lleva colgando de su mano una bolsita de color rojo, con las 30 monedas traicioneras? …
¿Sabían que algunos años la imagen de Judas quedó sola en alguna dependencia de la Santa Iglesia Catedral?…
¿Sabían que hace unos años se tomó una sabia decisión que fue la de obligar a que la familia que se llevara la imagen de nuestro Señor Jesucristo, debía llevarse junto a ella, además, la del traidor Judas?… ¿Saben que es esta una tradición que se sigue cumpliendo y respetando? …
Siguiendo con las tradiciones y las anécdotas, al concluir la Procesión de Madrugada, habrá que ver por donde van los “tiros” del tiempo. Si hace mucho sol, de nuevo José Luis “Garabote” o Alberto Jorge llamarán a la Policía Local para que la cuba del ayuntamiento refresque el pavimento de “piche”, antes de que los pies descalzos de los cofrades del Lignum Crucis recorran las calles laguneras a mediodía del Viernes Santo.
Por el contrario, si está lloviendo, será Federico el que se preocupe de avisar puntualmente para que los pequeños cofrades del Lignum se pongan todos sus pequeñas sandalias y no cojan un resfriado…
Por su parte, el Hermano Mayor, creo que como todos los hermanos mayores de las distintas hermandades y cofradías, se habrá ocupado del tradicional “convite” con que cada cofradía agasaja a sus cofrades al concluir su procesión oficial.
En el caso del Lignum, como procesionamos el Viernes Santo, el Hermano mayor, además, cuidará de que los bocadillos no lleven embutidos de carne, ni la tortilla española lleve chorizo y que las croquetas sean de pescado…
¡¡Cuántas veces el recordado don Segundo Cantero, párroco de la Concepción, bendijo nuestra mesa de cofradía agradeciendo a los jóvenes su acercamiento a la vida de cofrade y animándoles a vivir intensamente su Fe, de la mejor manera, todos los días del año, mientras su tío, el también recordado don Isidoro Cantero, con sus noventa y tantos años, tomaba un vasito de vino de Taganana, del que siempre contaba excelencias y del que decía que hacía más que una caja de calcio!!
¡Qué quieren que les diga!… Son entrañables anécdotas, cientos de pequeños detalles que, en cualquier caso, encierran una ingente cantidad de amor a la Iglesia y, sin duda, mucha fe, una inmensa cantidad de fe.
Y me resisto a pensar que esa gente, joven y no tan joven, lo haga por figurar. Una vez que llegas al templo y se cubren con el capirote, lo que queda es cada cofrade en la intimidad de su sentir religioso.
En ese momento, mientras se procesiona, uno va pensando, meditando, reflexionando, confesando, evaluando, haciendo examen de conciencia, propósito de enmienda,… penitencia…. y reconciliándose.
Y, al mismo tiempo, viendo a la otra gente, a la que parece que está pasiva, a la que espera paciente el paso de las imágenes…
Una experiencia también impagable que me ha dado el procesionar junto al paso de La Piedad, es ver de reojo cómo esa gente que está en las aceras también hace lo mismo… piensa, medita, reflexiona, confiesa, evalúa, hace examen de conciencia, propósito de enmienda,… y también se reconcilia.
Es impresionante, créanme, cuando se ve cómo los padres explican a sus hijos quién es quién en cada paso, cuando se ve a alguien que no puede reprimir las lágrimas al paso del Señor flagelado atado a la columna, cuando se ve que una señora viuda vestida de negro, o quizá una madre con un hijo en manos de la droga, habla con la madre “Dolorosa”…
Cuando se ve que un joven con pinta de no saber si cree o no cree, se dirige a Él, al Jesús de Nazareth que entra triunfal en Jerusalén, o al crucificado lagunero, o al Señor humilde y paciente, al rey de reyes sumiso con su cetro en forma de cañita, o al Cristo difunto que resucitará triunfante sobre la muerte…, y le habla sin mover sus labios.
Esa es la Semana Santa de mi pueblo, de mi gente, la Semana Santa de La Laguna que he venido a pregonar…
Ahora, antes de acabar, si me lo permiten, no puedo concluir sin hacer, por lo menos, un reconocimiento, un recuerdo y un llamamiento, en tiempo de Cuaresma.
Un reconocimiento para nuestro Obispo de la Diócesis, mí querido y respetado don Felipe Fernández quien, circunstancialmente, no ha podido estar físicamente con nosotros por coincidir este acto con la celebración de la Sesión Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, en Madrid.
De haber estado en Tenerife seguro que ahora estaría en este entrañable templo, en este pórtico anunciador de la que, seguramente, será su última Semana Santa como pastor de esta Diócesis.
En la distancia creo que debo decir y deseo decir que nuestro Obispo también ha vivido y vive su personal pasión. Durante años ha tenido auténtica pasión por trabajar sin descanso y hacer lo mejor que ha estado en su mano para llevar a la Iglesia Diocesana en Tenerife y nuestras islas hermanas de La Palma, La Gomera y El Hierro de la mejor manera.
A don Felipe le debemos el primer Sínodo en la historia de nuestra Diócesis y a él le debemos muchas más cosas de lo que la gente de aquí sabe y piensa.
A él le debemos el que Popular TV Tenerife ya sea una feliz realidad. También compleja y costosa realidad, pero, estoy seguro, una realidad que servirá para desarrollar una labor social, educativa y evangelizadora que redundará en beneficio de todos.
También es verdad que su personal carácter y su deseo de afrontar en primera persona muchos problemas, le ha granjeado más de una incomprensión. Muchas veces injusta e injustificada incomprensión.
Por ello, desde esta tribuna, creo que debemos reconocer que también dirigir nuestra fragmentada, complicada y problemática Diócesis supone un “vía crucis”, nada comparable al padecido por nuestro Señor, pero que don Felipe ha sobrellevado con rigor, responsabilidad y mucho, mucho amor a esta tierra. Desde aquí mi público reconocimiento, mi sincero agradecimiento y mi profundo afecto.
Un llamamiento. En tiempo de Cuaresma y todos los días del año, no podemos hacer la vista gorda ante el vía crucis diario que están viviendo cientos de inmigrantes que llegan a nuestra tierra en patera o en avión, en busca de vida, de dignidad, de futuro…
Y un recuerdo. Cuando vamos a rememorar la Pasión de Cristo, no podemos olvidarnos del vía crucis personal y familiar que, día a día, sobrellevan las víctimas del terrorismo indiscriminado, que, no lo olvidemos, somos o podemos ser todos nosotros.
Hoy, cuando estamos en la víspera del primer aniversario del brutal atentado del pasado 11 de marzo de 2004 en Madrid, debemos recordar a todas las víctimas que sufren y pensando en todos ellos, trabajar en pro de la justicia social con el amor infinito del Cristo muerto y resucitado, para que, entre todos, logremos un mundo mejor, más justo y solidario.
Quiero terminar, ahora sí, con una reflexión que precisamente junto a este atril, hace dos o tres días, me hacía sor María Luz, la reverenda madre abadesa de este querido monasterio franciscano de clausura de Santa Clara.
Viendo a los chicos y chicas de la cofradía de María Santísima de los Dolores de La Cuesta, mientras montaban el maravilloso paso que nos acompaña y cuando ensayaban con entusiasmo sus movimientos, yo le decía…
“Madre, esta Semana Santa de La Laguna tiene algo que sigue moviendo nuestra Fe y que sigue animando a nuestros jóvenes”.
Y sor María Luz, tratándome de usted aunque una y mil veces le decía que me tutease, me decía con esa sonrisa permanente y sanamente envidiable que siempre tienen las clarisas en su rostro…
“Don José Carlos, la brasa está ahí, tan encendida hoy y ahora como siempre, sólo falta un poco de fuelle…
Si entre todos soplamos un poquito, la llama volverá a prender y calentar, a brillar, a alumbrarnos y guiarnos… como lo ha hecho Él, nuestro Señor Jesucristo,… toda la vida”.
Hermanos, los años arrugan la piel, pero renunciar al entusiasmo arruga el alma… No renunciemos al entusiasmo de vivir intensa y religiosamente esta Semana Santa lagunera que viene.
Revivamos con sentido respeto la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y gocemos con entusiasmo de su venida triunfante sobre la muerte en la Pascua de resurrección, para seguir guiando en la Fe a este pueblo lagunero y su buena gente.
Y ahora, como decía el querido hermano Ramón, a quien recordé al principio…,
“deambulen todos con el Hacedor”…
Y alguien le dijo un día: ¿Qué hagamos qué, hermano?… y él les respondía…:
“Nada, nada…, que vayan todos con Dios”.
Pues eso. Gracias por venir y por escucharme tan respetuosamente… y deambulen ustedes con el Hacedor.
He dicho.
José Carlos Marrero González