Origen de la oración del Alma del Cristo

El autor de "El alma de Cristo" es desconocido, pero muchos han especulado que fue el Papa Juan XXII. Popularmente se asumió que había sido escrita por San Ignacio de Loyola dado que aparece en su famoso libro "Ejercicios Espirituales".

De cualquier forma, las primeras versiones impresas de la oración pueden ser encontradas en libros publicados más de 100 años antes de su nacimiento.

Una redacción similar puede ser encontrada en una inscripción en las puertas del Alcázar de Sevilla, un palacio real en Sevilla España, que data de fechas incluso previas entre 1350-1369.

¿Quién fue San Ignacio de Loyola?

Ignacio de Loyola fue uno de 13 hermanos nacido de una familia de la aristocracia vasca en 1491. Como muchos de los jóvenes de su tiempo, sus sueños estaban llenos con historias de caballeros y soñaba con triunfos en el campo de batalla.

Sin embargo, fue gravemente herido en batalla con los franceses y comenzó un largo periodo de recuperación. Fue durante este tiempo que enfocó toda la energía propia de su juventud en la lectura de la vida de Jesús y los santos para mantenerse ocupado.

Ignacio de Loyola comenzó a darse cuenta de su llamado hacia grandes hazañas de naturaleza espiritual y finalmente fue fundador de la Congregación Jesuita.

San Ignacio escribió "Los Ejercicios Espirituales", que es ampliamente reconocido como uno de los libros con mayor influencia para la vida espiritual.

Su espiritualidad Ignaciana es llamada muy a menudo, espiritualidad para todos los días. Como lo describe la espiritualidad Ignaciana:

"Insistimos en que Dios está presente en nuestro mundo y actúa en nuestras vidas. Este es un camino a una oración más profunda, buenas decisiones guiadas por un agudo discernimiento y una vida activa en el servicio a los demás".

El Alma de Cristo

Es fácil entender porque San Ignacio amaba el "Alma de Cristo". Tiene imágenes vívidas que permite a quien la reza, meditar en la Pasión de Cristo y su relación con El Señor, mientras que referirse al Cuerpo y la Sangre de Cristo, la convierte en una reflexión ideal después de recibir la comunión.

El nombre "Anima Christi", como se le conoce en muchas partes, es en latín la primera frase de la oración "Alma de Cristo..."

Alma de Cristo (San Ignacio de Loyola)

Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti. 
Del enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén.

 

Oración ante la Imagen del Santísimo Cristo de La Laguna y ante su Presencia viva en el Sagrario 


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. 

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles,

a los santos

y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

Amén.  

Oración:

Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas;

hazme santo y buena persona;

bendice y santifica a mi familia y protégelos siempre;

concede la salvación eterna a todos mis difuntos, pues Tú, en favor nuestro has entregado la vida por nosotros y por todos los hombres, has derramado tu sangre y nos has alcanzado la salvación eterna.

Te lo pido a ti, Señor,

que eres Dios

y que vives y reinas con el Padre y con el Espíritu Santo

por los siglos de los siglos.

Amen.

Texto de la Palabra de Dios para meditarlo ante el Santísimo Cristo:

Carta de San Pablo a los filipenses capítulo 2, versículos 6 al 11.

“Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobretodo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre”. 

Para meditar Señor Jesús, tú que eres igual al Padre en gloria y majestad, te hiciste hombre como nosotros y bajaste hasta nuestro nivel por una opción libre y consciente. Es más, te atreviste a tomar nuestro cuerpo mortal hasta hacerte siervo de todos por amor: lavaste los pies a todos tus discípulos, preferiste la compañía de los pobres y de los pequeños, perdonaste a la adúltera y a Pedro cuando se arrepintió, y no desdeñaste sentarte a la mesa con los publicanos y los pecadores. Por último, te humillaste hasta el punto de someterte a la muerte en la cruz para salvarnos a todos, y precisamente por eso el Padre te exaltó por encima de todo y te hizo sentarte a su derecha. Pues bien, Señor, míranos con bondad a todos los que hemos sido redimidos por medio de tu sacrificio y haz que cada hombre conozca tu salvación. Haz que juntos, con una sola voz, podamos proclamar que sólo tú eres el Santo, tú eres el Señor de la vida y de la historia, el Hombre nuevo que nos ha abierto de nuevo el camino de la comunión con el Padre. 


Oremos por todas las necesidades del mundo, que en la muerte de Nuestro Señor Jesucristo, brotó la vida. Oremos a Dios Padre diciendo: 


• Por la muerte de tu Hijo, escúchanos, Señor. • Mantén, Señor, la unidad de la Iglesia. • Protege al papa Francisco y bendice sus intenciones a favor de tu Iglesia. 

• Santifica por tu Espíritu a los obispos, presbíteros, diáconos y a todo tu pueblo santo. 

• Acrecienta la fe y la sabiduría de los catecúmenos. 

• Congrega a los cristianos en la unidad. • Aumenta las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada • Anima la fe de los jóvenes y cuida de nuestras familias. • Ilumina con tu gracia a los que no creen en Cristo. • Haz que los ateos lleguen a descubrir tu amor a través de las obras de la creación. • Guía los pensamientos y decisiones de los gobernantes. •Concede tu consuelo a los que se sienten tristes y enfermos. Se pueden añadir algunas intenciones libres •Da tu perdón pleno a los difuntos. 

A continuación se reza el Padre nuestro… por las intenciones del Santo Padre el Papa Francisco.

Oración por las intenciones del Romano Pontífice para ganar las indulgencias del Santo Jubileo.

Oremos: Oh Dios, que para suceder al apóstol Pedro, elegiste a tu siervo Francisco como pastor de tu Iglesia, escucha la oración de tu pueblo y haz que nuestro papa, vicario de Cristo en la tierra, confirme en la fe a todos los hermanos y que toda la Iglesia se mantenga en comunión con él, por el vínculo de la unidad y de la paz, para que todos encuentren en ti la Verdad y la Vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Oremos todos juntos con las palabras que el mismo Señor Jesucristo nos enseñó: Padre Nuestro...