El convento empezó a construirse por orden del Adelantado Alonso Fernández de Lugo en el mes de Febrero o Marzo del año 1506, siendo terminado en 1580. Tuvo sucesivas ampliaciones que conformaron una estructura de tres naves y múltiples capillas; como fueron las del Señor de la Columna, la del Espíritu Santo, la capilla de Nuestra Señora de la Candelaria y también la de Nuestra Señora de los Ángeles, entre otras. De importancia fue la Capilla mayor, en cuya realización se utilizó gran cantidad de cantería, por lo que, se deduce que era una obra de grandes dimensiones.
La noche del 28 de Julio de 1810, el inmueble sufrió un grave incendio; sólo escapó de las llamas, la espadaña, la casa de la Esclavitud y la imagen del Cristo. El levantamiento del nuevo convento se hizo un año después y estuvo a cargo del Padre Fray Antonio Tejera.
El nuevo Santuario se levantó con una orientación diferente a la anterior. En principio era una capilla con carácter provisional pero como tal ha llegado a nuestros días. Se trata de una edificación muy sencilla, donde el espacio se ha reducido a una sola nave, sin capillas colaterales, y su superficie es aproximadamente de 46 metros de largo y 8 metros de ancho.
Se entra por una puerta debajo del coro alto. El Altar tiene un frontal de plata repujada con las armas de los marqueses de Villanueva del Prado. La pared del fondo está ocupada por un importante manifestador de plata, con un nicho central sobre cuyo fondo de madera labrada y dorada descansa la cruz del Santísimo Cristo; encima y a modo de remate, destaca una pequeña talla antigua, policromada, de San Miguel de las Victorias.
Se conserva también una imagen de La Dolosa del escultor canario Rodríguez de la Oliva y otra de San Francisco de Así, así como un importante legado en orfebrería, en su mayor parte procedente de los mejores talleres laguneros.
En la actualidad la iglesia tiene la categoría de Real Santuario, con culto intenso, y fue devuelta a la comunidad de franciscanos del anexo Convento de San Miguel de las Victorias. Junto al Real Santuario se encuentra el Cuartel Militar, sede del Jefe del Mando y Zona Militar de Canarias.
Debido a su notable importancia dentro del archipiélago, los Papas fueron enriqueciendo canónicamente el templo a lo largo de la historia con las indulgencias que le están concedidas a la Archibasilica de San Juan de Letrán, la catedral de Roma.
El Retablo del Cristo de La Laguna. Lo conforman nicho, sagrario y frontal; es de plata repujada, del siglo XVIII y artísticamente hablando, del estilo barroco. Se encuentra situado en la capilla mayor. Es uno de los mejores ejemplares existentes en España. Su coste estuvo a cargo de Mateo Velusco en el año de 1675.
Su frontal es el más antiguo que se encuentra en las Islas y fue un regalo de Alonso de Nava y Griñón y de Alvarado Bracamonte. Su realización estuvo a cargo de orfebres canarios. Se concibe a manera de lienzo, la división se realiza mediante galones cincelados y está dividido en dos zonas, una superior más estrecha que la inferior.
El panel superior, posee un motivo ornamental, que forma una serie de tallos, hojas, flores y granadas, que se repiten en toda la superficie. Su inspiración son los retablos barrocos isleños, que eran ejecutados por artistas portugueses y andaluces..
El recuadro del centro, lo ocupa un blasón de la casa del donante, la familia de Nava y Grimón. La parte inferior se divide en cinco paneles mientras que la mesa del altar posee un basa y sobre ella cuatro soportes que sostiene el Ara y contiene decoración vegetal.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL