Las iglesias de La Concepción y Los Remedios tienen las campanas más representativas de la ciudad que, cargadas de historia, siempre han llamado a los laguneros en los momentos más alegres y tristes.

La ciudad de La Laguna destaca por las numerosas campanas que, desde lo más alto de las espadañas de piedra, cantan alegremente bajo el frío y la lluvia, como dijo el poeta Nijota, siendo conocidas como "la de fuego, la esquila y la mediana".

Aunque no existe una historia de las damas de bronce de los templos laguneros, se sabe que en el año 1531 muchos ciudadanos se quejaron porque los alguaciles tocaban la campana a las nueve de la noche y antes de tiempo. Los documentos de la época destacan: "Y luego tañendo cuatro o cinco bajadas más, que no dan lugar a los vecinos y moradores y otras personas de recogerse en sus posadas y toman luego las espadas y puñales, de que son fustigadas muchas personas y reciben daño".

Por todo ello, los laguneros pidieron que no se tocara la campana hasta las diez de la noche y que sonara durante media hora para que se oyera bien por todas partes. La iglesia elegida, por estar en el centro de la ciudad, fue la de Los Remedios, cuyo sacristán fue el encargado de tocar la campana a la hora y tiempo referidos.

La iglesia de La Concepción recibió en 1601 dos campanas de 550 y 400 kilos, que trajo de Londres el mayordomo Agustín de Vargas, quien pagó por ellas 7.700 reales. En 1665, Gaspar Álvarez de Castro adquirió dos campanas al precio de 2.900 reales.

Al construirse la nueva torre de La Concepción en 1690, el mayordomo Juan Alfonso de Torres compró dos campanas nuevas al precio de 15.822 reales y una tercera en 1717 que le costó 14.437 reales. La última campana citada fue tan grande que, para colgarla, tuvieron que picar la piedra del hueco de la torre. Se rompió a los dos años, lo que motivó que el pueblo proyectara una campana considerada la mayor del Archipiélago. Dicen las crónicas que para subirla fue preciso oradar cada uno de los pisos de la torre, ya que sólo entró por el portal del primer balcón, y emplear la fuerza de doce parejas de bueyes. La función tuvo lugar en un solar frente a la puerta mayor de La Concepción. Se cuenta que las laguneras tiraron al crisol sus anillos para afinar la liga de metales.

También se sabe de la presencia de nuevas campanas en los años 1729, 1748 y 1780.

Los Remedios

La campana mayor de la iglesia de Los Remedios pesa 950 kilos y fue fundida en Holanda, y la menor pesa 750 kilos y fue realizada en Inglaterra. Ambas fueron consagradas el 11 de diciembre de 1649 por el obispo Francisco Sánchez.

Del convento de Santa Clara se sabe que en abril de 1686 se cayó su campanario, por lo que sus campanas fueron bajadas y colocadas en palos. El nuevo campanario lo hizo Andrés Rodríguez Bello con cantería azul de Tegueste.

Las campanas de Santo Domingo evocan el recuerdo del corsario Amaro Pargo enterrado en su templo, las de San Lázaro invitan a visitar al protector de las llagas, las de San Benito siembran amor hacia el patrón de los labradores, las de San Roque repican el recuerdo de Tinguaro, las de San Cristóbal guardan los restos de Fernando Guanarteme, las de San Miguel aman al Padre Anchieta, las de Santa Catalina conservan el cuerpo de Sor María de Jesús, las de San Diego relatan la vida del Siervo de Dios, las de San Juan arropan al abogado de la Peste y las del Hospital de Los Dolores mantienen vivo el recuerdo de miles de enfermos.

En el convento de San Francisco localizamos una espadaña que es pequeña pero que se hace grande en el corazón de los laguneros. Alberga las campanas que, como dijo Luis Álvarez Cruz, nos dejan oír el eco de siglos, el rumor de historia.

La primera campana del Cristo de la que se tiene noticia es la que hizo en 1568 Antonio de Rivera. En noviembre de 1688, Juan Espejo se encargó de la fundición de una campana de 220 libras, para la cual tuvo que fundir la campana anterior, que se había quebrado. La entregó en enero de 1689.

A las pequeñas campanas franciscanas no les hace falta tocar para que el pueblo acuda a la llamada del Cristo moreno. Sus lenguas de bronce, allá por el siglo XVI, introdujeron en lo más más profundo del alma un badajo de fe que, cada mes de septiembre, cada viernes y cada día del año, motiva un repique de amor en el corazón, el cual se alboroza en el campanario de la devoción que los nacidos en Aguere llevan en lo más profundo de sus almas.

La Concepción

Contó con dos campanas grandes y una pequeña en el año 1541, que colgaban de unos maderos hasta llegar 1557 se decidió construir la primera espadaña del histórico templo. Las crónicas históricas hablan de que 1561 se destinaron 3.038 maravedis a una campana nueva, que repico a fiesta, tocó arrebato y dobló a muerto por toda la ciudad durante 40 años.

Los Remedios

Hoy Catedral, dispuso en 1522 de una campana de 400 kg que hizo Juan de Vallado, dando el metal necesario para su fundición el mayordomo Nuno Núñez. El 21 de agosto de 1625 Antonio de Alpuin, maestre de fundición, se comprometió a hacer otra campana, para lo que utilizo el metal de una que encontró quebrada. La fundió en Santa Cruz.

Santo Domingo.

Cuenta en su historia con el dato de que en abril de 1698 Juan Espejo comenzó a fundir dos campanas para la iglesia de este convento dominico, según le había encargado Fray Pedro Blanco de Castillejo. El maestro fundidor cobro 550 reales. Las campanas de este templo son testigos de ceremonias como la del entierro del corsario Amaro pargo.

La iglesia del Cristo.

Tuvo una campana en 1568 que hizo Antonio de Rivera, quien recibió por su trabajo dinero y una carretada de leña. Las campanas de este templo han sido testigos de los Milagros del Crucificado.

Domingo Barbuzano, el Día, 7 de noviembre de 2004