“El Cristo y La Laguna están entrelazados de manera inseparable, tanto en lo físico como en lo espiritual”, sostiene el pregonero en el acto que abre oficialmente las fiestas mayores de La Laguna
“Hablar del Cristo de La Laguna es evocar la historia viva de esta ciudad”. El abogado Francisco González de Aledo, pregonero de las Fiestas del Cristo 2024, ahondó en la estrecha vinculación que desde hace más de cinco siglos mantiene La Laguna con la imagen del crucificado, en el acto que oficialmente abre las fiestas mayores del municipio.
“No es solo una imagen sagrada, es el símbolo de la unidad de nuestro pueblo. Bajo su manto se cobijan todos los laguneros y canarios, sin distinción de origen, edad o condición social”, manifestó en el transcurso de un evento celebrado en el atrio del Real Santuario ante una numerosa representación civil, militar y religiosa de la isla.
Previamente, el alcalde de La Laguna, Luis Yeray Gutiérrez, había saludado al pregonero como “una persona estrechamente vinculada a nuestra ciudad y sus diferentes manifestaciones culturales”, alabando “su dilatada trayectoria profesional en el ámbito de la abogacía”, al tiempo que destacó que “su relación con el Santísimo Cristo de La Laguna está profundamente enraizada en su historia personal, de manera particular, como miembro de la Esclavitud del Cristo, de la que fue Esclavo Mayor”.
“Cada festividad del Cristo es un reencuentro de la ciudad con su identidad y con su memoria”, expresó el alcalde, recordando que en 2024 se cumplen 25 años desde la declaración de La Laguna como Ciudad Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. “Veinticinco años de una declaración que cambió nuestra propia percepción del lugar que habitamos, de su pasado, de sus oportunidades y desafíos del futuro. Y en todos esos momentos siempre está El Cristo, como un faro que nos marca el camino”, manifestó.
En un pregón en el que entrelazó recuerdos personales ligados a su infancia y juventud con episodios históricos, Francisco González de Aledo invitó a acercarse “con devoción a los actos religiosos” y “a disfrutar con alegría y entusiasmo de los momentos lúdicos y festivos que nos unen como comunidad, porque en esa unión encontramos la esencia de nuestra identidad y nuestras raíces”.
“Me resulta inconcebible pensar en La Laguna sin la presencia omnipresente del Santísimo Cristo. No puedo imaginar nuestra querida ciudad sin su amparo, sin esa figura que trasciende lo material para convertirse en el alma de esta tierra. El Cristo y La Laguna están entrelazados de manera inseparable, tanto en lo físico como en lo espiritual. Su imagen no solo domina este espacio sagrado, sino que habita en lo más profundo de nuestras almas, siendo faro y guía para cada uno de nosotros", señaló.
“Al disfrutar de nuestras tradiciones, recordemos que no son solo actos festivos, sino expresiones vivas de nuestra identidad. Nos recuerdan quiénes somos y de dónde venimos”, proclamó el pregonero, invitando a defender “con orgullo nuestras raíces”, y cuidar “con amor nuestras costumbres y tradiciones, porque al hacerlo, estamos asegurando que la esencia de nuestro pueblo perdure, que no se diluya en la vorágine del tiempo. Un pueblo sin memoria, sin respeto por lo que ha sido, está condenado a perderse. Pero nosotros, laguneros, mientras honremos nuestras tradiciones, mantendremos viva la llama de nuestra cultura, iluminando el camino para las generaciones que vendrán”.
Si bien admitió no ser “un experto en arte, ni en historia”, en varios momentos de su pregón Francisco González de Aledo se refirió a diversos episodios históricos, como el origen de los festejos, la fundación de la Esclavitud o “la estrechísima relación” entre el Cristo y el estamento militar “muy especialmente con el arma de artillería”.
También tuvo palabras de cariño y reconocimiento para diversos personajes vinculados a la organización de la fiesta a lo largo de los años, a los miembros de la Esclavitud (de quienes destacó su “especial labor caritativa y social y compromiso con la comunidad lagunera”) y a los sacerdotes rectores del Santuario durante las últimas décadas, además de al obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, “que ahora se despide de su servicio activo en la diócesis”.
El acto contó con la actuación musical del timplista majorero Víctor Estárico y la colaboración del artista Chago Melián.