LA IMAGEN

Las leyendas tradicionales existentes sobre el origen de la imagen del Santísimo Cristo de La Laguna, varían según el tiempo y la forma con que han llegado a nuestros días. Así, don José Rodríguez Moure en "Datos his­tóricosy Novena del Stmo. Cristo de La Laguna", nos comenta una de estas leyendas tradicionales:

"... Deseando el Adelantado y primeros vecinos de La Laguna poseer en la capilla de sus conquis­tas, una imagen dejesús Crucifica­do, en el viaje que aquel prócere hizo a la Península, en compañía de su deudo Juan Benítez y otros caballeros conquistadores... entre los proyectos que llevaron para realizarfue de los principales, sino el primero, el adquirir el ansiado crucifijo.

Llegados a Barcelona ... tro­cóseles el gozo en duelo al no hallar en esta ciudad los recursos pecu­niarios que esperaban de sus casas; aumentándoseles el disgus­to por no encontrar quien lesfacili­tara a préstamo el caudal que necesitaban para regresar a las islas.

En esta situación de ánimo encontrábase el Adelantado de Canarias, cuando Juan Benítez le participó la noticia, de que en el puerto estaba surta una nave vene­ciana, que traía dos hechuras de crucifijos asaz devotas y hermosas; pero como su situación económica era harto precaria, casi recibió de. mal grado la nueva que le daba su deudo, más habiéndosele presenta­do a poco un negociante que lesfaci - litaba el préstamo que solicitaban, inmediatamente se concertaron, tomando la cantidad necesaria, dando al prestamista los resguardos debidos.

Alegre Juan Benítez con este socorro inesperado, al punto tomó sin contar, algunos dinerosy corrió a comprar la imagen, temeroso de que la vendieran a otro. Llegó y como no hubiera aún enagenado el mercader, comenzó a tratarla, y aunque de pronto le pidió cien ducados, porfin se ajustaron en setenta; y queriéndoles dar por señal la cantidad que llevaba, no sin admiración, encontró que tenía en la bolsa los setenta duca­dos justos sinfaltarle ni sobrarle cosa alguna, circunstancia que le hizo más preciada la adquisición que acababa de realizar. Pero aún le esperaba otra sorpresa mayor; que, como piadosos, relacionaran-la a lo que se deja referido; puesfue el caso que habiendo recibido a los pocos días el socorro que de sus casas esperaban, quisieron pagar al prestamista; pero por más dili­gencias que practicaron no pudie­ron hallarle, ni persona que de él les diera noticia, persuadiéndose el Adelantado de que su desconocido favorecedor, era sin duda alguna el Arcángel San Miguel, de quien era devotísimo. Y con esto se explica la razón de haber colocado esta ima­gen del Cristo en la iglesia de los franciscanos de su capital, pues como es sabido, Fernández de Lugofue elfundador de este con­vento y quiso se dedicara su tem­plo al príncipe de las milicias celes­tiales, bajo el título de San Miguel de las Victorías".

El padre fray Luis de Quirós, nos narra dos nuevas variantes de la leyenda tracicional, la primera nos dice:

(...) Llegó al puerto de Santa Cruz de Tenerife un navío que dijo ser de Veneciay que traía una ima­gen de Crucifijo muy devota. Los cristianos que estaban en el puerto de Santa Cruz dieron de ello noticia al Adelantado don Alonso de Lugo, que estaba en La Laguna, leguay media del puerto. El cual con el deseo grande que tenía de poner en aquella isla una imagen del Cruci­ficado, envió al puerto algunos de los conquistadores para que con­certasen la hechura de la dicha imageny la subiesen a La Laguna. Y para en parte de paga les dió treinta ducados, y que lo demás llevarían luego en trayéndola.

Fueron al puerto, y quedaron muy aficionados ala santa imagen por verla tan devota. Concertaron la hechura en setenta ducados, y dijeron al patrón que no traían más de treinta, que les esperase a que la llevasen arriba ala ciudady traerí­an lo restante. Lo cual concedió el patrón del navió de muy buena gana. Y sacando los treinta duca­dos y contándoselos, vinieron a hallar que eran los setenta en que se habían concertado, sin sobrarni faltar cosa alguna (...)

La segunda leyenda tradicio­nal que nos narra Quirós dice lo siguiente:

(...) Otros testigos, y entre ellos Pero López de la Candelaria, clérigo presbítero, de edad de ochenta años, dicen haber sabido de sus padres y abuelos como el Adelantado don Alonso de Lugo y los conquistadores mas principa­les habían prometido de traer a la isla de Tenerife una imagen de cristo Crucificado, hecha de y buena mano.

Para lo cual, conquistada la despacharon a un hombre de audo con dineros y lo demás 'esario para el costey hechura de agen. Yyéndose a embarcar al o de Santa Cruz, en el camino contró con dos hombres que tan a La Laguna. Los cuales, iendo del mensajero a lo que a España, le dfferon que no n necesidad para esto de ir tan o camino, que ellos traían un ',lo muy devoto, que les con-ría; quefuese con ellos al puer­se lo darían. Hízolo así el men­-o,y los dos hombres le entrega-la del Cristo, la cual subió a La Laguna. Y vista por el adelantado y conquistadores ser devota, enviaron a buscara los tres para pagarles la hechura.

Y yendo a Santa Cruz no los hallaron ni persona que diese de ellos razón, ni que el tal navío hubiese entrado en aquel puerto. Por lo cual se entendió, y todos lo creen así piadosamente, ser aque­llos dos hombres ángeles y haber sido esta santa imagen traída por ellosy ser éste negocio del cielo (... )

Le precede otra tradición oral, recogida por Rodríguez Moure, la cual nos narra el siguiente episodio:

... en cierta noche tempestuo­sa oyeron los religiosos llamar a la portería del convento, y cuando acudieron sólo hallaron una gran caja por cuyos resquisios salían resplandores, la que abierta dejó ver contenía el Santo Crucifijo...

La tradición popular y las leyendas construidas por la imagi­nación popular, sirven para demostrar la gran estima que se le tiene a esta sagrada imagen y los afectos de amor que arranca a sus apasio­nados devotos.

Alejandro Cioranescu en su "Guía Histórica y Monumental de La Laguna" nos comenta que su origen no se conoce con suficiente seguridad, pero que la versión con mayores visos de probabilidad de ser cierta es que esta imagen vino a Tenerife por el año de 1520 o poco antes, por haber sido regalada al primer Adelantado de Canarias, don Alonso Fernández de Lugo, para el convento franciscano, por el duque de Medina Sidonia.

El cronista regional Marín y Cubas, confirma el origen sevillano de esa escultura, y escribe lo siguiente:

(...) Otros quieren que el duque de Medina Sidonia la envió a Tenenfe a los PP.,franciscanos desde Sanlúcar; donde estuvo en la Ermita de la Vera Cruz" (...)

Buenaventura Bonnet y Reverón nos da la fecha exacta del arribo de esta imagen a Tenerife, basándose en un documento exhu­mado por Rodríguez Moure:

(...) En un antiguo manuscri­to con el resumen de los principales acontecimientos de la isla de Teneri­fe durante los siglos XVI y XVII, señálase el año de 1520 como en el que fue traída esta milagrosay san­ta imagen, fecha que se descubre a pesar de lo borroso de los caracteres.

Fue de la casa de Llarena de fines del siglo XVII, cuya copiafide­digna mefacilitó don Manuel Mén­dez Valencia, vecino de La Orota­va, creyéndose con fundamento fuera trabajo de Núñez de la Peña, por el conocimiento que supone de los protocolos de las escribanías de La Laguna en el siglo XVI. (...)

LA IGLESIA Y CONVENTO DE SAN MIGUEL DE LAS VICTORIA

Centrándonos un poco ir en el arranque de su historia, la in gen del Santísimo Cristo fue colo da por el primer Adelantado Canarias, en la iglesia de San Mig de las Victorias del convento franciscanos de La Laguna.

El convento de San Miguel las Victorias se fundó inmedia mente después del término de conquista de Tenerife por cinco frailes franciscanos que habían ven con los conquistadores castellanos.

En el reparto de tierras pos rior ala conquista el Adelantado d Alonso Fernández de Lugo ce( mediante data de 1500 a los religiosos franciscanos (según Núñez á Peña) unos terrenos para su re dencia: "Al Monasterio de S Francisco de La Laguna, sitio para fundarlo" y a continuación, escri "El mismo año, se dieron tierra la Ermita de San Miguel de las P todas de La Laguna".

El terreno cedido estaba en cerro llamado El Bronco muy distante de la entonces Villa. En 15 Alonso de Lugo cambió con An Martín Sardo, una extensa huerta en el llano, que este último poeía por otra cercana a aquella. Martín Sardo accedió ala proposición, y ficándose el trueque sin dificultad. Entonces fué cuando dióse comienzo a la edificación del convento (1506) en el paraje donde ha estado y se halla el presente.

Al fundarse un convento de monjas claras en La Laguna, los frailes franciscanos hicieron un convenio con el Cabildo, en 15 de septiembre de 1545, por el cual cedían su propio convento a las monjas, a cambio del Hospital de San Sebastián, lo cual significaba la supresión pura y simple del que antes habían tenido los frailes en San Miguel de las Victorias, éstos pusieron pleito a las monjas, y pidieron la devolución de su casa; y en 1577 ganaron sen­tencia favorable del cardenal legado residente en Madrid. Las religiosas tuvieron tres años de plazo para eva­cuar el convento, y pasaron a fundar el de Santa Clara, después de lo cual, los religiosos volvieron a su casa anterior.

Según Rodríguez Moure, "El templo del convento franciscano adquirió hermosas proporciones y valiosos adornos, y la casa llegó a ser tan amplia y cómoda que mere­ció se le denominase Convento Grande de San Miguel de las Victo­rias. Los antiguos inventarios de alhajas dan a entender bien a las claras cuando era el valor y riqueza de los objetos de culto.

Componíase la Iglesia de casi tres naves, cuyos ábsides apoyaban en el hoy camino de la Rua y los pies en los del templo actual.

Dos accidentes de funesta transcendencia cuenta en su histo­ria este convento y santuario.

El primero ocurrió en 1715 debido a un aluvión, que obligó a losfranciscanos a trasladarse al Hospital de San Sebastiány al San­tísimo Sacramento y la imagen del Crucificado a las casas de los Con­des del Valle de Salazar.

El segundo accidente fue más desgraciado todavía. En la noche del 28 de julio de 1810, el vecindario despertaba alarmado por el ince­sante clamor de las campanas que, con precipitado y aterrador tañido, hacían la señal defuego. Cuaje el dolor de la ciudad al comprender que el edificio presa de las llamas era el convento de San Francisco.

Como el incendio comenzó por el campanario, de lo primero que el fuego se apoderófue del coro, que ocupaba el mismo lugar que el actual Luego pasó a la techumbre de las naves y artesonados de las capillas, dando apenas lugar a sacar el Santísimo Sacramento y santas imágenes, no sin que estos sagrados objetos y sus libradores salieran bastante mal parados.

Grandes actos de heroicidad se llevaron a cabo en este terrible incendio por parte de los religiososy del pueblo, para librar del destructor elemento la preciada imagen del Santísimo Cristo. No sin grave riesgo lograron sacarla ilesa por la sacris­tía, como asimismo el valioso altar y retablo de plata en que se le dió cul­to, y tan a tiempo se realizó esta peligrosa operación, que al poner el pie en el umbral de la puerta de la sacristía el padre Escolar; que lleva­ba el Sacramento, se desplomaba a sus espaldas, con horrísono estruen­do, la techumbre de la capilla mayor; cuya pérdida llorará siempre elArte, pues, cuentan, era modelo de artesonado y delicado ensamblaje".

Nos sigue narrando Rodríguez Moure: "A un testigo presencial oí referir que el acto más imponente y que más pavor infundió en este tris­te dramáfue la traslación que de la santa imagen del Cristo se hizo a la parroquia de los Remedios a las tres de la madrugada, en la que iba alumbrada por las rojizas llamas que despedían los hachones de los trozos de tea que del incendio arrancaron los muchachos, proce­siónfatídica en que los llantos y lamentos de un pueblo consternado se oían a gran distancia".

El edificio quedó totalmente destruido. Los frailes se dedicaron enseguida a edificar por lo menos en parte el convento destruido, y lograron, en el breve término de un año, construir la capilla de Santo Cristo, que es la que aún se ve y en donde fue colocada la imagen, en el 14 de septiembre de 1811.

En 1839, la casa del convento fue pedida para cuartel del regimien­to de milicias provinciales, y lo ha sido después, hasta nuestros días. La huerta fue vendida por el erario. De la iglesia sólo quedó en pie la capilla edificada en 1811, a la que se entra por la misma puerta del cuartel.

En la actualidad, la iglesia tie­ne la categoría de Real Santuario, con culto intenso; ha sido devuelta a una comunidad de franciscanos, que se han restituido a esta casa en 10 de agosto de 1917.

LA FIESTA PROPIAMENTE DICHA

Según Quirós, antes de 1545 existía una cofradía que organizaba la procesión del 14 de septiembre, y diversos actos que la realzaban, como corridas de toros, representa­ción de actos sacramentales y feria.

También nos comenta Quirós, que estas fiestas ya se celebraban en 1524, porque en dicha fecha, un tal Andrés Gallardín regalaba toros para ser lidiados en los festejos.

En las Ordenanzas de Tenerife, recopiladas por Núñez de la Peña en 1670, en su título I: "De las cosas del Servicio de Dios y de sus Santos" nos dice de la fiesta del Santísimo Cristo de La Laguna:

"En diez y siete de septiembre del año de mil seiscientos y siete se añadió a este título láfiesta del Santísimo Cristo, y los Señores jus­ticiay Regimiento mandaron que se celebre por el magnífico ayunta­miento, por acuerdo ante Francisco Cabrera de Rojas escribano del con­sejo que su tenor es el que se sigue.

La justicia y Regimiento dije­ron que es cosa sabida la mucha y antigua devoción, que en todas estas islas, y en toda España se tiene al Santísimo Cristo, que está en el convento del señor San Francisco de esta ciudad, y se celebra la, en cada un año a catorce de septiem­bre, a lo cual concurre mucho núme­ro de personas de estas islas con gran devoción, por las muchas mer­cedes que Dios es servido hacemos, por lo bien que se celebra la dicha fiesta, yen las necesidades que esta isla a tenido de falta de salud, y de aguas, y otras muchas patentemen­te se ha visto yendo a su casa en su procesión, y haciendo otros sufra­gios; y para que estas mercedes merezcan a Dios con más ventaja mandaron que de aquí en adelante para siempre jamás se celebre la dichafiesta por su día, y haciéndose con el mayor aparato, y decencia que se pueda y en cada un año se nombren diputados de este ayunta­miento, que la hagan y en ello se gasten cincuenta ducados y estas sean de doscientos que este consejo tienefacultad real de lafiesta de Candelaria.

Y en doce de agosto de mil seiscientos y veinte y cinco años se acordó por ante Salvador Femcín­ dez de Villareal escribano del Con­sejo que se veía enforma de ciudad a lafiesta del Santísimo Cristo".

Núñez de la Peña nos comenta que los festejos consistían en "come­dias, saraos, toros, torneos, libreas y luminarias" y el proveedor de las fiestas, que casi siempre era un caba­llero de la nobleza, invitado por los religiosos franciscanos, al final de las fiestas, ofrecía un valioso obsequio para embellecimiento del templo. En el año 1630, el regalo consistió en la cruz de plata que sustituyó a la primi­tiva de madera y que fue realizado por el Regidor de esta isla y Señor de La Gomera y El Hierro, don Francis­co Baptista Pereira de Lugo.

E12 de marzo de 1656, se vota la celebración de la fiesta del Cristo a cargo del Ayuntamiento. A partir de este momento, la contribución municipal a los actos religiosos se independizó de la partida asignada a la festividad de la Candelaria. En realidad, este nuevo acuerdo del Ayuntamiento se debe a una cierta decadencia de los festejos o al desin­terés de los miembros de la clase dominante insular para afrontar la organización y costo de la celebra­ción. Así se desprende del mensaje que remite en abril de ese año el guardian franciscano al Cabildo, en el que se le asignaba la falta de prios­te para la fiesta del Cristo.

El 6 de septiembre de 1659 se constituye la hermandad de la Escla­vitud, integrada por treinta y tres caballeros, en recuerdo de los treinta y tres años de Cristo, cuyas constitu­ciones perdurarían hasta mediados del siglo XIX.

A partir de entonces, tres de sus miembros (el esclavo mayor y dos diputados) hacen la fiesta a su costa, en las que se gastaba gran cantidad de dinero en comedias, fuegos, sara­os y torneos, que llenaban ocho días. En cuanto a los actos, en la clausula XIII de los estatutos se estableció que aquellos se redujesen a dos o tres comedias, unos fuegos de noche antes de la fiesta, y algunas danzas. Las cosas discurrirían en otro sentido, pues Núñez de la Peña señala que los festejos duraban ocho días y se gasta­ban más de mil pesos en ellos (fue­gos, comedias, libreas,...) La víspera, además de los fuegos, contaba con unos famosos refrescos restringidos a los cofrades y amigos. Según Buena­ventura Bonnet, desde fines del siglo XVII se introduce la costumbre de asistir las mujeres de alcurnia ala pla­za de San Francisco asimismo la noche de vísperas a pedir la venia, cubiertas de rebosillos (se les llamaba "tapadas") . Por regla general eran parientes de esclavos, distinguiéndo­se por su elegante porte, finas mane­ras y costosos trajes y joyas. Su obje­to era ver sin ser conocidas y embro­mar, sirviéndoles de pretexto el pedir la feria para ocultar el rostro. Con el tiempo esta costumbre fue degene­rando; las damas dejaron de concu­rrir, siendo sustituidas por otras de clases inferiores, obligando al Cabil­ do, en septiembre de 1792, a publicar un bando prohibiendo las tapadas, que sin embargo continuaron hasta el año 1838 en que se extinguió la costumbre.

En 1802 los festejos cambian a nuevas formulas, y como gran acontecimiento, tienen lugar tres grandes corridas de toros en el coso que existía en La Laguna, lidiándo­se ganado de renombradas divisas peninsulares, actuando en los tres, Fernando Gómez "El Gallo" con sus respectivas cuadrillas.

También en ese año se organi­zó una fiesta de arte, a cargo de la Real Sociedad Económica de Ami­gos del País y se quemó por primera vez fuegos en "El Risco".

En 1892 se establece una comisión de festejos, compuesta por un presidente y cuatro vocales, sien­do los encargados de los gastos. de culto y las fiestas, con que se acos­tumbraba solemnizar el día catorce de septiembre (los ingresos provení­an de las cuotas de los esclavos, lo recaudado por lo divino y las aporta­ciones de casas comerciales y fami­lias acomodadas).

Más complicada organización festiva se produjo en 1920, cuando en nuevas constituciones se obliga al presidente de la comisión de feste­jos no sólo a arbitrar recursos, sino en confeccionar un programa varia­do que agradara a la Junta, al públi­co y a la prensa, lo que obligó a la renuncia al cargo.

Esto se prolonga hasta 1926 en que se repite la renuncia de todos los miembros de la comisión de fes­tejos, opinando la corporación de los Esclavos que las fiestas populares deberá organizarlas el Ayuntamien­to. En esta fecha se crea un comisa­rio de fiestas religiosas, otro de fies­tas propulares y tres vocales.