CUATROCIENTOS años después, al ver la escultura restaurada del Cristo de La Laguna,muchos laguneros sintieron en sus carnes el cosquilleo alucinante que debieron de sentir los hombres y las mujeres de hace cuatro siglos. Los días 9, 14 y 21 delmes de septiembre pasado, el Cristo salió en procesión con motivo de la fiesta anual celebrada en su honor desde el siglo XVII.

Clavado sobre una cruz de plata y bajo la claridad septembrina, su cuerpo se volvió de un moreno resplandeciente, mientras que cuando se encontraba adentro, en el Santuario y bajo el ámbar de las bombillas, a las personas les parecía que su cuerpo estaba hecho de marfil bruñido. Dos colores distintos al quemostraba el Viernes Santo del último abril.

Entonces, envuelto en una luz cuaresmal y suspendido de una cruz marrón, el Cristo desfiló en procesión por primera vez tras su restauración, y los presentes en las calles lo pudieron ver del color que nunca consiguieron verlo ni sus padres ni los padres de sus padres: un moreno como de carne humana muerta expuesta al sol.

Cuatrocientos años atrás, en 1612, cuando la reforma católica contra los protestantes había cercenado Europa en dosmitades desiguales, el fraile Luis de Quirós publicó el libro “Breve sumario de losmilagros que el Santo Crucifijo de San Miguel de las Victorias de la ciudad de La Laguna de la Isla de Tenerife ha obrado”.

En él, Quirós recogió el testimonio de varias personas asombradas ante los extraordinarios cambios de color del Cristo. “Y es común tradición entre todos los de la tierra, que el Viernes Santo le ven de color moreno y denegrido, y el día de la Cruz [el 14 de septiembre] de color blanco y con resplandor” (p. 244).

El propio Quirós presenció semejante transformación cromática y escribió que el Cristo “estuvo este tiempo tan blanco, y con tales resplandores y claridad del cielo que puso admiración a todos los que le miraban” (p. 244). Estaba tan blanco que, entre los presentes, algunos creyeron que "le habían dado nuevo barniz, murmurando de los religiosos, por haber hecho esto en imagen milagrosa; que era más razón conservarla en su color antiguo"(p.245).

Y otros decían, con palabras similares a las usadas en 2012 por los críticos de la restauración, que esa imagen blanqueada "no era el Cristo antiguo ymilagroso; sino otro nuevo"(p. 245).

Pero ese mismo día, sobre las ocho de la noche, Quirós observó otra fabulosa trasformación.E Cristo había sido bajado del trono y devuelto a su nicho, cuando de pronto y "estando mucha gente presente”, le vieron con "elmismo color que siempre"(p. 245). Y días más tarde, durante la misa por el alma de los cofrades difuntos (ya que aún no existía la Esclavitud), los asistentes "le vieron con el color ordinario; y de esto fueron tomados testigosmuy graves"(p.245).

Esos prodigiosos cambios de color formaron parte de la historia del Cristo en sus orígenes. Pero no ocurrían desde hace siglos ya que el barniz de la escultura se había entenebrecido por distintas causas. La restauración los ha traído de vuelta, aunque con una gran diferencia. Hoy, la mayoría de las personas entiende que los cambios de color tienen una explicación racional: el contraste entre el color de la imagen, el material de la cruz y la luz ambiental. Sólo el más místico de los devotos se creería que son un milagro digno de figurar en las crónicas. El triunfo de la explicación racional revela la distancia mental que nos separa del mundo pintado por El Greco, Cotán y Murillo. Un mundo repleto de apóstoles aureolados, inmaculadas voladoras y santos visionarios. En el nuestro, gobernado por la ciencia moderna, los nanotecnólogos observan a diario la intimidad de la materia y los astronautas se han paseado sobre la cara visible de la Luna.

Los escépticos y los críticos de la restauración del Cristo opinan, como otros hicieron en tiempos de Quirós, que ese Cristo ya no es el de toda la vida. Al Morenito le han arrebatado su color tradicional, habiéndose vuelto para unos blanco y para otros gris. Con el fin de apoyar su crítica, algunos se han aferrado a la escueta descripción de Quirós, quien señaló que su "color es algo moreno"(p. 246).

Sin embargo, el informe Rodríguez-Amador realizado en 1999 y publicado en 2009 concluyó que la policromía original "parda clara"(p. 144) de la escultura sobrevivía bajo capas abigarradas de aceites, humos y tiempo momificado. Ese pardo claro ha resurgido con la restauración, y como era previsible, se asemeja bastante al del Cristo de los Remedios de la Catedral, que es una imagen inspirada en el Cristo de La Laguna y realizada, a juicio del historiador Carlos Rodríguez, a fines del siglo XVI; unos pocos años antes de la descripción de Quirós.

Sin embargo, en ocasiones el color se vuelve una parte inseparable de la identidad de una obra de arte, convirtiéndose incluso en un mito.

Durante siglos, expertos y turistas creyeron que los frescos de colores alicaídos y oscuros de la Capilla Sixtina los pintó un Miguel Ángel angustiado por la pequeñez de la vida humana frente a la grandiosidad divina. El mito de los colores melancólicos murió el 8 de abril de 1994, cuando la restauración de los frescos desveló al público un auténtico carnaval de colores. Unos colores muy similares a los empleados por otros artistas de la época. En consecuencia, gran parte de la historia del arte de los tiempos de Miguel Ángel ha tenido que ser reescrita.

En Cataluña, un estudio radiológico confirmó que la popular Moreneta o Virgen de Montserrat poco tenía de morena y sí mucho de blanca cuando la esculpieron en el siglo XII. Y este mismo año, tras la asombrosa restauración de la Mona Lisa del Museo del Prado, ha quedado claro que la Mona Lisa del Louvre perderá el peregrino magnetismo de su sonrisa y el amarillo apergaminado de su piel cuando en el museo se armen de valor para limpiarla.

El mito del color del Cristo de La Laguna resulta no menos fascinante porque fue descrito como moreno en 1612 y antes de la restauración de 2012. Y sin embargo no se trata del mismomoreno. La restauración ha recuperado el colormoreno que debió de recibir a inicios del siglo XVI en los Países Bajos, según Francisco Galante, en el taller de Louis van der Vule. Pero la mayoría de los fieles no piensa que el Cristo restaurado sea moreno, sino que su piel ha quedado más clara.

La percepción diferente del moreno en 1612 y 2012 resulta todavíamás extraña si tenemos en cuenta que la fisionomía del ojo humano no ha cambiado sustancialmente desde la prehistoria. Es decir, tanto los hombres y las mujeres de 1612
como los de 2012 han tenido ante sus ojos un Cristo moreno. La paradoja de por qué la misma palabra, moreno, posee dos significados cromáticos distintos se explica, primero, porque los colores no son universales sino históricos, y segundo porque nuestra percepción cromática no es sólo un acto biológico sino también cultural.

Aunque el color del Cristo fue descrito en 1612 y antes de la restauración con la misma palabra, las ideas y los significados que esa palabra provoca en la mente de las personas son diferentes en cada época. Dicho de otro modo, los colores tienen una historia propia. Sabemos, por ejemplo, que el castaño fue reemplazado poco a poco por el marrón. Un objeto que antiguamente se decía bermellón ahora es rojo. En 1612, el rosado no se consideraba un color en sí mismo, sino un adjetivo usado para describir algo hecho a partir de las rosas: el "aceite rosado"o el "azúcar rosado"(p. 1417).

Más sorprendente resulta descubrir la existencia de colores que cambiaron de color. Por ejemplo, el escarlata acabó designando solo objetos rojizos, mientras que antes del siglo XIII abarcaba desde el negro al blanco, pasando por el azul y el verde. Incluso hay colores cuyo significado desconocemos, es decir, no se sabe a qué color exacto se refieren, como el persa.

La curiosa historia de los colores puede reconstruirse a través de los antiguos diccionarios de la lengua. Tal es el caso del publicado por Sebastián de Covarrubias en 1611, un año antes del libro de Quirós. En aquellos tiempos, hasta la manera de mencionar los colores era distinta de la nuestra. Habitualmente, se hacía en femenino; como con el azul, "la color que llamamos de cielo"(p. 266).

Además, no solo objetos sino personas, y hasta razas enteras, mudaron de color. ¿Cree usted que los chinos son blancos? Imagino que no, pero durante siglos en Europa ese fue uno de sus colores, junto al "oscuro”.

Según explica Michael Keevak, la clasificación oficial de los chinos como amarillos fue una invención del taxonomista Blumenbach en 1795. Y actualmente, en Puerto Rico, es práctica común usar la palabra "moreno"para describir a una persona cuyo color de piel en España se considera "negro”.

La percepción del color es un acto fisiológico, pero para describir cualquier color necesitamos palabras, y esas palabras están enraizadas en la cultura de un lugar y la historia de una época. En 1612, Quirós no podía afirmar que el Cristo lagunero era marrón porque esa palabra no apareció en español hasta finales del siglo XIX, importada del francés. Todavía menos pudo pensar en la palabra "bronceado”, que no se convirtió en sinónimo de moreno hasta hace setenta años con el nacimiento del turismo de masas.

Es más, en 1612, los colores oscuros no gozaban de buena fama. Según Covarrubias, el negro era una color "infausta y triste, y como tal usamos de esta palabra, diciendo: “Negra ventura”, negra vida”, etc."(p. 1309).

El color pardo era "el propio que la oveja o el carnero tiene"(p. 1345), y también denominaba un tejido usado por la gente humilde. El "más basto se llama pardillo"(el cual originó el significado de "palurdo”). ¿Y la color "morena”? Covarrubias detalló que era "la que no es del todo negra, como la de losmoros, de donde tomó el nombre"(p. 1297).

Si en aquella época los colores oscuros tenían tal mala prensa, ¿cómo pudo afirmar Quirós que el Cristo de La Laguna eramoreno; nadamás y nada menos que del color de piel de los moros, enemigos de los reinos cristianos? En realidad, el fraile no escribió "moreno"a secas, sino que usó el adverbio "algo"para modificar el adjetivo "moreno”.

¿Por qué? La clave radica en la segunda parte de la frase: "como de cuerpo muerto"(p. 246). Para que un lector de 1612 pudiese entender a qué clase de moreno se refería, Quirós comparó el "algo moreno"con el color de
un "cuerpo muerto».
Por tanto, Quirós no quería describir a un Cristo moreno según lo entendemos en la actualidad, sino que tenía en mente el color realista y mortecino de un cuerpo sin vida bajo el sol implacable de la Tierra Santa, tal y como cuenta la Biblia. Y para dejarlo más claro añadió que el barniz del Cristo es "tan propio y fuerte, que parece carne humana"(pp. 246-247).

Quirós pudo escribir que la piel del Cristo era "encarnada" puesto que en 1611 la palabra significaba "color de carne"(p. 772). (Hoy encarnado es sobre todo sinónimo de colorado). Pero no habría sido una elección realista porque su color no era de carne viva, sino muerta.

Siglos más tarde, cuando la escultura ya se había ennegrecido, el historiador Rodríguez Moure planteó  que el Cristo debió de ser en su origen de tonos "morenos o trigueños”. La palabra "trigueño"existía en 1612; era "la [color] que es entre morena y rubia"(p. 1489). Pero Quirós tampoco la utilizó. La mejor opción que le quedó para describir la imagen fue una frase detallada y clarificadora, su "color es algomoreno como de cuerpo muerto”, y así evitar cualquier confusión con los colores oscuros: el "infausto"negro, el pardo de las bestias de corral o la piel morena del "moro”.

La "blanca color"sí tenía mejor reputación. Según Covarrubias, significaba "castidad, limpieza, alegría”, y en la Biblia "hay muchos lugares" donde se menciona, pero "por no cansar no los refiero"(p. 331).

En su libro, Quirós comentó que el Cristo procuraba "mayor alegría y consuelo general a todos" cuando se volvía "muy blanco, y con grandes resplandores y claridad" (p. 242). Si seguimos a Quirós, parece que el Cristo atraía mayor devoción al volverse de un blanco celestial y maravilloso el Día de la Cruz en septiembre.

Los mitos asociados a las obras artísticas son apasionantes. Acaso el más famoso en nuestros tiempos sea el mito de la sonrisa de la Mona Lisa, inventado en Francia hace apenas dos siglos y sobre el cual se han escrito algunas de las páginas más hermosas y controvertidas de la historia del arte. Gracias a los antropólogos, sabemos que cada mito está cubierto por su propio polvo de verdad. En el caso del Cristo lagunero, la recuperación de su moreno original y la reaparición de sus
cambios de color han desempolvado un mundo remoto en el que, como en los fabulosos cuadros de El Bosco, las personas convivían con historias inmemoriales de plagas apocalípticas de cigarrón, vírgenes camino del cielo y crucificados resplandecientes.

Pero fue también en tiempos de Quirós cuando comenzaron a convivir con las historias de una nueva era, como la de un hidalgo descolorido que llegó a facer batalla contra plácidos molinos de viento.

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Bibliografía

Bonnet y Reverón, Buenaventura: El Santísimo Cristo de la Laguna y su culto, La Laguna, 1985.
Covarrubias, Sebastián de: Tesoro de la lengua castellana o española (1611), Madrid, 2006.
Gage, John: Colour and Culture, Londres, 1993.
Galante Gómez, Francisco: El Cristo de La Laguna, La Laguna, 2002.
Keevak, Michael: Becoming Yellow, Princeton, 2011.
Pastoureau, Michel: Noir: Histoire d’une couleur, París, 2008.
Quirós, Luis de: Milagros del Stmo. Cristo de la Laguna (1612), La Laguna, 1988.
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Rodríguez, Margarita, y Pablo Amador: «La técnica de una obra maestra», Encrucijada, 1, 2009, pp. 130-149.
Rodríguez Morales, Carlos: «Valoración del patrimonio histórico-artístico de La Laguna en el siglo XVI», en Saõ Paulo: Metrópoli de Cultura, La Laguna, 2005, pp. 9-31.
Rodríguez Moure, José: Datos históricos y novena del Ssmo. Cristo de la Laguna, La Laguna, 1906.