Acompañar en la oración
Un cordial saludo. Paz y bien en el Señor.
Lo primero es mostrar mi cercanía y solidaridad con quienes está afectados por el coronavirus, tanto en hospitales como en los centros de mayores, o en los propios domicilios. A todos ellos, y a los enfermos en general, les aseguro mi oración por su pronta recuperación.
También, tengo muy presentes, y les expreso mi reconocimiento y gratitud, a quienes cuidan de los enfermos, arriesgando incluso su propia salud. Pido al Señor que les de fortaleza y les proteja de todo peligro.
Así mismo, me uno de corazón y tengo presentes en la oración, a quienes desde -cualquier ámbito- están trabajando en primera línea para vencer esta pandemia y evitar que se siga propagando. Mi reconocimiento y gratitud por su labor. Que el Señor les acompañe y les ilumine, mostrándoles el mejor camino que hay que seguir en estas circunstancias.
Y, a quienes estamos en casa, recordarles que podemos hacer mucho en esta lucha. Primero, siguiendo fielmente las instrucciones que nos dan las autoridades y, también, con nuestra oración a Dios. Pongamos nuestra confianza en el Señor, pidamos los unos por los otros, encomendemos a los que están luchando primera línea y Él hará que los esfuerzos de todos produzcan buenos frutos.
Por eso, a quienes lean este texto, les exhorto a orar confiadamente al Señor para que, con su poder, nos libre de todo mal del cuerpo y del alma. Recordemos aquellas palabras de Jesús en las que nos dice que todo lo que pedimos con fe se nos concederá.
Apoyado en esa confianza, el apóstol Santiago nos dice: “La oración hecha con fe salvará al enfermo y el Señor lo restablecerá; y si hubiera cometido algún pecado, le será perdonado”.
En el evangelio vemos como, muchos de los milagros que hace Jesús, son respuesta a la petición que le hacen personalmente quienes están afectados por algún mal. Y, también, hay milagros de Jesús que son respuesta a las suplicas hechas por otras personas en favor de los necesitados: un padre o una madre que le pide la curación de su hijo o hija, el centurión que pide la curación de su criado, etc. Así, pues, como hicieron ellos, por amor a las personas y con toda confianza, pidamos a Dios por los demás. Pidámosle con fe que libre de todo mal a quienes sufren por cualquier causa y a quienes cuidan de ellos.
Sabemos qué en esta lucha, y orando con nosotros, está la Virgen María. Como dice una canción: “Mientras recorres la vida, tu nunca solo estás, contigo por el camino, Santa María va”. Ella, que estuvo junto a la cruz de su Hijo, también está junto a los que sufren.
† Bernardo, obispo.