El próximo 1 de febrero de este año se celebrará en la diócesis 200 años de historia, pues en ese mismo día del año 1819 el papa Pío VII firmó la bula de creación de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna, segregándose de la de Canarias. El rey Fernando VII confirmará la nueva diócesis en agosto de ese mismo año y será el 21 de diciembre de 1819 cuando el obispo Linares, obispo de Canarias, publicara el Decreto de Segregación. El obispo Vicente Román Linares residía en Tenerife. El rey le nombra encargado para realizar la división, desmembración y separación perpetua del Obispado de Canaria y erigir el nuevo de Tenerife. Ocupaba el cargo de obispo auxiliar de Tenerife en el que debía cesar al hacerse la división. El 21 de diciembre de 1819 se publicó el Edicto de Desmembración. Ante este obispo hacen profesión de fe los miembros del nuevo Cabildo Catedral, presididos por el Deán Pedro José Bencomo Rodríguez. La diócesis comienza con 110.221 habitantes. La Catedral se compone de 3 dignidades, 4 canónigos, 7 racioneros y 8 medio-racioneros. Tenía 56 parroquias, divididas en un Distrito: La Laguna; y 7 Vicarías Foráneas: Santa Cruz, La Orotava, Icod, Garachico, Isla de La Palma, Isla de Gomera e Isla de Hierro, con 69 párrocos o beneficiados. No se nombra obispo hasta septiembre de 1824, Luis Folgueras y Sion, y éste llega a la diócesis en junio del año siguiente. Es el primer obispo de la diócesis Nivariense y su gobierno estuvo marcado por los efectos de la Desamortización. La estabilidad de la diócesis fue muy precaria, máxime a partir del Concordato de 1851 en que se suprime la dotación para el Obispado de Tenerife. Hasta ahora la diócesis ha contado con 12 obispos, habiendo épocas en las que el gobierno estaba dirigido por vicarios. Así fue el comienzo, que no fue nada fácil. Tampoco estamos ahora en un momento fácil, sino de valientes. Se nos pide que sigamos haciendo historia. Estos años de misión nos lo recuerda constantemente: hemos recibido el testigo de muchas personas que han trabajado y ha intentado llevar a cabo la voluntad de Dios. Somos herederos de historias personales que han tenido repercusiones sociales. Sigamos adelante con confianza en Dios y en el ser humano.