Desde hace años vienen Pontificia, Real y Venerable Esclavitud del Santísimo Cristo de La Laguna abrigando la idea de construir un templo moderno que sirva de albergue a la milagrosa y venerable Imagen.
Parece que el propósito vá en vías de verlo pronto realizado.
Al efecto, ya se cuenta con unos planos magníficos, obra del ingeniero don Jaime Ramonell, que se encuentran expuestos en la actual iglesia de San Francisco, y de los que hemos oído hacer bastantes elogios
En justificación de los planos del nuevo templo, el señor Ramonell ha presentado un escrito, que por lo laudatorio que es para La Laguna, con gusto lo hacemos público.
Dice así dicho escrito:
Al visitar la típica y pintoresca Ciudad de La Laguna, lo mismo qne al recorrer los alrededores recibe el viajero la impresión de que se ha trasladado a los montañosos terrenos del norte de España, y en especial a las agrestes campiñas de Asturias y Vizcaya. El empedrado y limpieza de las calles; la pátina de los muros y fachadas de las casas; la vegetación pródiga que aprovecha hasta las más insignificantes rendiias que dejan entre sí las piedras a demostrar su fecundidad; el ambiente plácido, sereno, tranquilo; las suaves laderas cubiertas de verdes prados y coronadas en las alturas de oscuros bosques; todo cuanto se observa evoca los hermosos paisajes asturianos y vascos, a los que aventaja La Laguna en el clima, cuya benigna temperatura y suave ambiente lo hacen incomparable.
Y si llevado por la tradicional devoción de los naturales acude el viajero a visitar el SSmo. Cristo que con tanto cariño se venera en aquella ciudad, queda sorprendido de la hermosa plaza que dá acceso a la iglesia, en cuya plaza parece se han condensado todas aquellas características y se cree uno trasportado a algún clásico pueblo norteño. Fué tal la impresión que después de haber recorrido los alrededores de la ciudad me produjo dicha plaza, que en medio de ella situado, buscaba por todo su contorno la iglesia ennegrecida por el tiempo, con su pórtico románico de gruesas columnas y sólidos arcos demedio punto, su espadaña presentando al trasluz las sonoras campanas y hasta me parecía oir el reposado tañer de estas, trasmitiéndose lenta y acompasadamente por el apacible ambiente, pues el carácter de aquel sitio necesita para su complemento y está reclamando imperiosamente un templo de aquel estilo.
Recordaba mis viajes por Asturias, Santander y Vizcaya y para que la ilusión fuera completa, sólo hallaba la falta del clásico templo románico, que tan típico carácter dá a la mayor parte de los pueblos de aquellas encantadoras provincias; así es que cuando los bondadosos Padres Franciscanos, después de hacerme recorrer su modesto convento y haber vlsitado la venerada imagen y admirado las valiosas alhajas que posee, demostración de la devoción que se le profesa, me dijeron que la Hermandad del Stmo. Cristo proyectaba construir una iglesia nueva, me ofrecí espontánea y desinteresadamen te a hacer los planos, que ya que no podrán tener el realce que les daría la inteligencia de un ilustrado Arquitecto, por lo menos son la expresión gráfica de la especial impresión que me produjo la visita a la hermosa ciudad de La Laguna.
Por esta impresión, claramente se comprenderá que el estilo elegido, con exclusión de todos los demás, tenía que ser el románico, y así he desarrollado mi idea, tomando por modelos, tanto en el conjunto como en los detalles, los magníficos ejemplares que en este estilo posee España, unos en ruiñas y abandonados y otros aún en buen estado, pertenecientes a los siglos X, XI y XII, muchos en número, casi todos de valor artístico incomparable, históricos los más y desconocidos de la mayor parte de los españoles. En el marco de aquella plaza, dentro de aquel paisaje típico y especial, no puede encajar otro estilo que el románico clásico; cualquier otro desen tonaría lastimosamente.
Justificada mi elección en lo que se refiere al estilo y ajustada la planta a terreno de que se podía disponer, he proyectado la fachada y la distribución de las naves en la forma que se representa en los planos, de los que no es necesario entrar en explicaciones, que quizá confundieran más que aclararan.
Quizás puedan presentarse inconvenientes a causa de que la riqueza de adornos proyectada represente mas gastos de los que se están en disposi ción de hacer; pero esto es fácil de solventarlo, pues suprimiendo los trabajos de escultura o talla, puede quedar reducido el proyecto solamente a las líneas envolventes generales de las labores dibujadas, con lo que la obra no perdería en grandiosidad y caracter aunque si en riqueza, quedando siempre en disposición de admitir, cuando hubiera medios económicos para ello, las labores de adorno que están representadas en los planos.
Las Palmas, Agosto del año 1921.
Jaime Ramonell.