Sr. Director de LA REGIÓN CANARIA:

Muy distinguido señor mío: á fin de cumplimentar un acuerdo de la R. y V. Esclavitud del Stmo. Cristo de La Laguna, tengo el gusto de acompañarle copia de la proposición firmada por varios señores Esclavos, proposición que fué aprobada por
unanimidad en la Junta general celebrada en 14 de Noviembre próximo pasado, por si se digna darle publicidad en las columnas de su ilustrado periódico, ya que se trata de resoluciones que afectan á un asunto de tanta trascendencia para nuestra ciudad como lo es las celebradas fiestas de Septiembre.

Anticipándole las gracias, queda de V. afectísimo y s. s. s.
Q. S. M. B.
El Secretario,
Leopoldo de la Rosa.
Sjc. Diciembre 18 1909.

Los que suscriben cofrades de la Corporación, impulsados por el sentimiento de devoción que a todos inspira la sagrada Imagen, y por el afecto á la ciudad querida donde nos fué dado nacer, nos dirigimos á la respetable Junta para proponer
un plan de conducta que á nuestro modesto juicio debe adoptar la Vble. Esclavitud, relativo a los famosos festejos que anualmente se celebran en honor del  Santísimo Cristo, plan que, sí la Corporación lo acepta, creemos sea el único que pueda salvar á las renombradas fiestas de la decadencia que ya viene haciéndose patente con gran sentimiento de todos.

Son los festejos del Stmo. Cristo de una importancia suma para los creyentes, pues el numeroso concurso y la grandiosidad de los actos, aún los no religiosos, constituyen una manifestación católica consoladora para los que vemos con verdadera pena las tendencias de la época, por desdicha bastante manifiesta, contrarias á las doctrinas de Jesucristo. Es incuestionable que aún los festejos que podríamos llamar civiles, influyen, con sus atractivos á la inmensa concurrencia de gentes de toda la isla, á que se disfunda más y más la devoción á la Imagen tal vez única que existe en esta antigua ciudad desde la época de la Conquista. Debemos, los católicos, poner cuanto de nuestra parte esté para fomentar, no solo la grandiosidad del culto en la celebrada capilla, sino también la de todo lo que en conjunto calificamos de festejos del Cristo.

Empero no es sólo el interés religioso el que en este asunto debe guiarnos. Somos hijos de La Laguna y no puede sernos indiferente lo que bajo cualquier concepto á la ciudad pueda interesar. A ella honran los festejos porque á mas del interés religioso que á ciudad que con ese orden tanto se distingue, por el favor de sus vecinos,grandeza de sus templos, cultos solemnísimos durante todo el año, é instituciones que en ella viven, los actos que á los religiosos al Cristo consagrados, se unen para constituir el programa atrayente de las fiestas, hablan de la ilustración, buen gusto é importancia de la ciudad y contribuyen á que el renombre que de antiguo tiene acreditado en la Historia del país canario, se conserve y agrande.

Y si al interés de esa índole agregamos el que bajo el punto de vista económico tienen las fiestas para el vecindario en general y para el comercio en particular, interés que refluye, también no hay que dudarlo, en favor de la Corporación municipal que ve aumentados sus ingresos, tan necesarios para desempeñar sus funciones tutelares en la vida social, la importancia de los Festejos, medio reconocido aún en las grandes ciudades para atraer concursos numerosos que dejen dinero, sube de punto y nadie puede contradecirla.

En efecto: dada la cualidad de ciudad veraniega que á La Laguna distingue, nadie duda de que los mayores atractivos que á los visitantes ofrezca, contribuyen á que la colonia aumente, ganando con ello los propietarios de casas, los comerciantes
al por mayor y menor y aún las clases artesanas y labradores. El ejemplo dan, aunque en mayor escala, San Sebastián, Santander en el verano, Sevilla en la primavera y otras ciudades españolas en distintos tiempos. Ellas tienen especial cuidado
en promover distracciones, y circular carteles atrayeutes donde se ofrezcan novedades y diversiones populares de índole lo más variadas posible. Las Corporaciones municipales y las entidades directoras y cultas que en esos pueblos viven hacen sacrificios en ese sentido, y todos convienen en la utilidad que el procedimiento ofrece.

En nuestra misma ciudad en tiempo no muy remoto la Municipalidad sostuvo y aún aumentó los atractivos de las fiestas de S. Miguel, tomándola á su cargo cuando ya el interés particular era insuficiente para ofrecer novedades que contribuyeran al
progreso de aquella festividad. Esta llegó con el nuevo auxilio á su mayopr apogeo. Los ingresos del matadero y consumo de todo Septiembre compensaban con creces al sacrificio de la Corporación, y la ciudad contaba con aquel culto recurso que le daba renombre. La fiesta vino á menos precisamente cuando el espíritu de innovación faltó, por creerse erróneamente sin duda, que ese espíritu debía solo desplegarse en en la del Cristo que venía adquiriendo un prestigio inusitado. Ambas debieran sostenerse á la mayor altura posible ya que ambas podían ser medio de aumento en la colonia varanioga y de atractivos para las gentes de otros pueblos que en esos días aumentan el núcleo de población lagunera.

Penetradas de estas evidentes conveniencias en todos los órdenes el pueblo lagunero y aún la Municipalidad, aunque en relativamente insignificante escala, han venido apoyando la gestión de la Vble. Esclavitud.

Año por año ha venido la Corporación sosteniendo el prestigio de la renombrada fiesta del Cristo, y hay que confesar que ni le ha faltado el apoyo de varias personas entusiastas, ni el pueblo ha negado su concurso pecuniario sea cual fuere la forma en que á su generosidad se ha acudido.

Pero, hay que confesarlo también, las novedades que se han introducido, respondiendo a necosidades que del mismo progreso de las fiestas emanan, han hecho de una manera evidente que los recursos hasta aquí suficientes no lo sean ya. Se impone la necesidad de transformar el decorado de la extensísima plaza, pues el que hasta ahora se viene usando ya ni ofrece novedad ni está en condiciones de que siga utilizándose. El público echa de menos un nuevo templete que sustituya al que
viene colocándose desde hace más de treinta años; las calles que debieran adornarse eu mayor número, ya ni las acostumbradas es posible que luzcan sus adornos tan atrayentes, el grandioso espectáculo del encumbrado monte, que desdo la misma
plaza se eleva, requiere no solo sostenerse sino también mejorarse y números del programa como el de la vistosa pandorga requieren novedades que estén eu armonía con las presentadas en la ciuad vecina para igual espectáculo, que aquí como allí
es popularísimo. Si en otros tiempos, repetimos, se podía hacer frente á todo con los recursos con que se contaba, hoy es imposible. Falta para todo, dinero; falta hasta gente que trabaje. En otros tiempos el pueblo trabajador se prestaba á secundar gratuitamente la labor de la Junta de Festejos que se nombraba; hoy, por una porción de concausas, ese apoyo es nulo ó casi nulo. Las Juntas de Festejas últimas se han visto en situaciones difíciles no solo para ofrecer novedades, pero ni siquiera
para hacer lo que en otros años venía de costumbre. Todos hemos visto como las calles de San Agustín, los arcos de las esquinas, las pandorgas, las iluminaciones y adornos de la misma gran plaza, han decaído y no porque haya faltado voluntad
en los dignos individnos que han formado la Junta de fiesta. Estas no son, no deben ser las fiestas del Cristo. Si todo signo como hasta aquí perderemos uno de los grandes atractivos, tal vez el único después del clima, para reunir colonia veraniega, como perderemos esa aglomeración de romeros que á La Laguna dan vida y prestan utilidad en los días de las fiestas.

Este peligro que muy ciego debe estar quien no lo vea, es necesario evitarlo. Quien permanezca inactivo, quien nada haga por evitar la decadencia de la popularísima fiesta que ya tiene renombre en la provincia y fuera de ella, ni es buen patriota y nos atrevemos á decirlo, revela poco espíritu religioso. Las fiestas interesan al pueblo en primer término; este es el llamado á defenderlas ó mejor, á evitar su desaparición. La Esclavitud que hasta hoy ha podido sostenerla debe declinar la responsabilidad moral que la decadencia de las fiestas pueda originar. Ella debe decir al público la verdad: ella debe hacer constar la verdadera situación de tan trascendental asunto. Debe hacer presente las dificultades con que se lucha para sostener el prestigio de los festejos, para que el pueblo nunca pueda decir que asunto que tanto le interesa, fué mirado con indiferencia por corporación que á la vez que religiosa ha venido revelando que es verdaderamente patriótica.

Del estudio que sobre esta materia hemos venido haciendo, hemos sacado ia persuación de que la Esclavitud, con los recursos, cada vez más mermados, con que hasta ,el presente se viene contando, no diremos ofrecer novedades, pero ni siquiera
repetir lo que ya venía establecido en los programas pasados. La Esclavitud á nuestro juicio debe declarar de una manera pública y oficial que no le es posible atender en los años sucesivos más que al culto de la iglesia, y acudiendo á la cooperación
popular como hasta aquí, al decorado de  la plaza y gastos de la solemnísima entrada. Ni la Pandorga, ni las novedades imprescindibles del risco, ni las calles y demás números que podemos llamar civiles, pueden quedar á cargo de la Corporación. Si la Corporación no lo declara así, ella llevará y casi con razón, la censura pública, pues el vuigo también dispuesto á exigir responsabilidades, tildará ó de ineptos ó de malos administradores á loa que se atrevan a aceptar la directa ejecución de unos festejos qae tanto interesan á la ciudad tan necesitada de animación y de recursos que influyan en la vida económica.

Si ha de salvar esa responsabilidad; si ha de hallar personas dispuestas á hacerse cargo de organizar los festejos, es indispensable que reduzca su esfera de acción, y que haga un llamamiento a todas las entidades que, llenas de patriotismo, estén dispuestas á cooperar al sostenimiento de los festejos del Stmo. Cristo.

Y como se trata de un asunto que al pueblo todo interesa y la Corporación municipal es la llamada a velar por lo que al pueblo pueda convenir, es lógico que la Esclavitud después de acordar que se haga público la imposibilidad por su parte de continuar hecha cargo de las importantísimas fiestas, se dirija en atenta comunicación al Excmo. Ayuntamiento de la Noble ciudad lagunera, manifestándole su propósito y suplicándole que se decida a protejer los festejos, constituyéndose una Junta presidida por el Sr. Alcalde y en la que figuren, á más de algunos señores concejajes, el Presidente de los festejos designado por la Esclavitud, y los individuos que desiguen los Centros de instrucción y recreo que existan en la ciudad. Hecha cargo la Esclavitud de la parte religiosa y de la plaza y acto de la Entrada famosa, por comisiones, á las que se les proporcionen recursos, se podrán realizar los demás números de los festejos, constituyendo de común acuerdo, un programa atrayente.

No es posible que la Corporación desoiga el llamamiento de la Esclavitud, mas si por desgracia así fuese, como al mismo tiempo que a la Corporación Excma., debe acordar también la Esclavilud dirijirse al pueblo y corporaciones todas por medio de la prensa, habrá nuestra institución salvado, repetimos, su responsabilidad moral y el pueblo todo no podra esperar más que aquello á que la Esclavitud se obliga.

Este acuerdo es el único que puede contribuir a que firmándose esa Junta de Festejos en la qe pueden figurar personas entendidas y animadas del mejor deseo, nuestras fiestas no solo se sostengan sino que progreten atrayenedo concursos numerosos y contribuyendo á levantar el prestigio religioso y de verdadera cultura que es propio de nuestra ciudad querida.

Por tanto: á la Junta de Gobierno proponemos que si nuestro criterio, inspirado por el mejor deseo de acierto, es tenido en cuenta, solicite la reunión de la Esclavitud y dé de ella cuenta a la Junta general, por si allí se acuerda conforme con lo expuesto.

Laguna 9 de Diciembre de 1909.

Siguen las firmas.