Queridos diocesanos:
Nos encontramos estos días viviendo circunstancias que nadie podía imaginar, pero precisamente en estos momentos los cristianos debemos manifestar nuestra manera de leer la vida y los acontecimientos. Son oportunidad para ponernos en manos de Dios con absoluta confianza y de tomar conciencia de nuestra fragilidad. Nada escapa a la providencia de Dios y Dios cuenta con nuestra prudencia y colaboración. Dios es nuestra Salvación y nuestra Esperanza.
En todo momento seguimos cuanto nuestras autoridades sanitarias nos indican. Nuestra mejor colaboración, la de cada uno, es limitar nuestros contactos, conscientes de que es el principal transmisor del virus. Animamos a todos a quedarse en casa el mayor tiempo posible, así como a extremar las medidas higiénicas, sobre todo con enfermos, personas mayores y vulnerables.
Es por todo esto, que indicamos cuanto sigue:
1.- Contribuir a que no se propague el contagio del virus es no sólo una responsabilidad ciudadana sino también cristiana. Seamos conscientes que nuestro comportamiento personal es la mejor contribución a esto.
2.- En aras a evitar contagios, hemos decidido dispensar a los fieles mayores de 60 años de la asistencia a la misa dominical en los lugares de culto. Recordamos igualmente que las personas enfermas e impedidas están dispensadas, catecismo de la Iglesia Católica 2181. Podemos seguir la misa por radio, televisión e internet. En esta línea la diócesis retransmitirá la misa diaria a las 8.30 de la mañana todos los días desde el Cristo de La Laguna, a puerta cerrada y sin fieles (Enlace en www. obispadodetenerife.es). Recordamos a los fieles la tradicional práctica en la Iglesia de la “comunión espiritual”. Teniendo presente las palabras de Jesús: “Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que lo adoren así” (Jn 4, 23). No poder recibir la Eucaristía físicamente será un dolor salvífico, si nos enseña que, privados de la Eucaristía no podemos vivir.
3.- Instamos a los sacerdotes que celebren la Eucaristía diariamente, aún sin la asistencia de fieles, pidiendo a Dios por los fallecidos, enfermos, así como por el personal sanitario, poniendo como intención la pronta superación de esta pandemia. Confiados que, en cada misa, aunque la celebre el sacerdote solo, estaremos todos presentes y su gracia nos tocará. Igualmente recordamos a los sacerdotes que tanto las indicaciones de las autoridades sanitarias como las de la Diócesis son de obligado cumplimiento en las parroquias, iglesias y oratorios.
4.- Para las confesiones, cada sacerdote establecerá un lugar amplio, ventilado, donde se garantice la distancia de al menos un metro de distancia entre confesor y penitente.
5.- En estas circunstancias los sacerdotes no deben descuidar bajo ningún aspecto la atención espiritual y material a enfermos y ancianos, así como a cualquier persona vulnerable, que siempre ha sido la máxima preocupación para la Iglesia.
6.- En el ámbito de la catequesis cada sacerdote y cada catequista deberá buscar los medios para mantener la formación del pueblo de Dios, con los recursos digitales que hoy tenemos a nuestro alcance y con la creatividad que el amor al Evangelio y la presencia del Espíritu Santo estamos ciertos que suscitará, inventando nuevas formas de presencia.
7.- En cuanto a las exequias de los fieles cristianos, para garantizar cuanto las autoridades sanitarias indican, sólo estarán presentes los familiares más cercanos, guardando las distancias entre personas y sin las acostumbradas manifestaciones afectivas, besos, abrazos, etc. En cuanto a las misas de funeral, se pospondrán hasta que sea contralada esta pandemia.
8.- Tal y como la Vicaría General estableció el 7 y 12 de marzo, recordamos:
- a) Que se extremen las medidas higiénicas, tales como limpieza diaria de bancos y bienes muebles con los que estén en contacto los fieles .
- b) Que se de la Sagrada Comunión, preferentemente, en la mano, y que sacerdotes y ministros se laven convenientemente las manos antes y después de distribuir la Sagrada Comunión.
- c) Que se retire el agua bendita de las entradas de los templos. Igualmente se evite el tacto de las sagradas imágenes.
Que la amenaza de este virus despierte en nosotros el amor por el que sufre y sobre todo la esperanza en el amor pleno de Dios, que con el salmista nos invita a decir: “No temerás la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que devasta a mediodía, porque hiciste del Señor tu refugio, tomaste al Altísimo por defensa” (Sal 91).
Nos encomendamos bajo la protección de la Santísima Virgen María, Ntra. Sra. De Candelaria y confiémonos a ella con la oración que el Papa Francisco ha compuesto a María en estos momentos de tribulación.
Con mi afecto y bendición,
+ Bernardo Álvarez Afonso, Obispo Nivariense