La Cruz: un compromiso social

Otro motivo de júbilo en este Año Santo es, sin duda, que el Cardenal y Arzobispo Emérito de Sevilla, Monseñor Carlos Amigo Vallejo, haya aceptado la invitación para predicar el Quinario y la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el 14 de septiembre. Una autoridad de su talla espiritual e intelectual, sin olvidar su vinculación histórica con nuestra Ciudad y el Cristo de La Laguna, por su condición de Franciscano y sus relaciones personales con tantas familias de esta Ciudad, nos ayudará sin duda a entender el misterio de la Cruz y la necesidad de estar hoy día, ante tanto egoísmo, miseria, calamidad y relativismo, más cerca que nunca de los pobres, los necesitados y quienes arrastran la pena de la soledad, la vejez, las deficiencias físicas o psíquicas, y tantos males que necesitan de nuestra ayuda activa.

Sin ánimo de ser petulantes ni aleccionadores, muchos saben que es empeño de nuestra actual Junta de Gobierno intentar dar un nuevo cariz a la Esclavitud. Está muy bien seguir organizando los cultos y procesiones de Semana Santa y de las Fiestas del Cristo, con el celo y la dignidad que merece nuestra Sagrada Imagen y nuestra cuatricentenaria Corporación.

Pero debemos entender que en la sociedad actual una esclavitud (de nuestras dimensiones) no puede limitarse a reproducir los actos de culto y procesiones sin dar un (primer) paso más: una verdadera implicación en la acción caritativo social, multiplicando exponencialmente nuestros actos de ayuda a los necesitados, y durante todo el año.

Con ello conseguiremos tres cosas: en primer lugar y lo más importante, cumplir con los Mandamientos de Cristo, en segundo lugar conocer en carne propia necesidades básicas de personas que muchas veces tenemos al lado, que nos motiven a ayudarles (no solo económica sino también afectivamente) y, en tercer lugar y no menos importante, al menos para mi, dar ejemplo a la sociedad civil (que tantas veces carga, injustamente, contra la Iglesia) de que somos verdaderos “actores sociales”, que nuestro papel en la sociedad no se reduce a procesiones y costumbres, sino a ser una parte importante de las entidades de ayuda a los necesitados. Un segundo paso a dar será, indudablemente, contar con una formación continua para los esclavos.

Y en ese empeño seguimos, con la certeza de que “darnos a los demás” es el mayor legado que podemos dejar a futuras generaciones de esclavos que nos releven en esta labor. Y como dar a los demás, a los pobres y a los necesitados, requiere de medios, estamos convencidos que un proyecto como el futuro Velatorio nos permitirá contar con medios no solo para ayudar a los ancianos del Asilo, a niños sin colegios dignos o a familias y esclavos necesitados, como se viene haciendo desde hace años, sino participar en tantos proyectos que realiza Cáritas, o en proyectos de Misioneros, de ONG, de comedores y de tantos y tantos proyectos sociales que requieren, para hacerse reales, de contar con medios económicos.

Negarnos a implicarnos en esta cruda realidad es un acto de egoísmo que una Institución señera en Canarias, como es la Esclavitud, no se puede permitir bajo ningún concepto.

Porque en el siglo XXI, la Esclavitud, con su historia y con un potencial humano con el que no cuentan otras entidades, tiene que ser una Corporación que no viva solo de su pasado sino que, sobre todo, arrastre con fuerza a las personas a hacerse esclavos o a colaborar activamente, por ser una entidad viva y comprometida con lo que nos rodea: con los necesitados y los más desfavorecidos.

Una Esclavitud anclada en otras luchas, en las disidencias, en el camino de aferrarse solo a la costumbre y no implicarse en la sociedad en la que se incardina no sería, a mi humilde entender, una Institución señera en el siglo XXI. Y la Cruz de Cristo, que exaltamos en estas Fiestas, nos enseña que el camino del siglo en que vivimos pasa, como enseñó Jesús, por darse primero a los demás.

¡Felices Fiestas del Cristo a todos!

Francisco José Doblas González de Aledo
Esclavo Mayor