Terminada la oración después de la Comunión, pueden darse breves avisos al pueblo. Los da el sacerdote o el diácono (IGMR 166 y 184). Si hay concelebrantes, permanecen en sus lugares (IGMR 250).

Si después de la Misa habrá otra acción litúrgica (bendición o exposición con el Santísimo, por ejemplo) con los avisos o con la oración después de la comunión termina la Misa (IGMR 170). De lo contrario, se procede como se apunta a continuación:

Luego el sacerdote extiende las manos y saluda al pueblo diciendo: “El Señor esté con ustedes (vosotros)”, a lo que el pueblo responde “Y con tu espíritu.” El sacerdote une de nuevo las manos, e inmediatamente pone la mano izquierda sobre el pecho y elevando la mano derecha, agrega “La bendición de Dios todopoderoso…” y trazando el signo de la cruz sobre el pueblo prosigue “Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes (vosotros)”. Todos responden “Amén.” (IGMR 167).

Esta fórmula puede enriquecerse con la oración sobre el pueblo o con otra fórmula más solemne (IGMR 167). Durante Cuaresma, cada día tiene una oración sobre el pueblo particular, que es optativa. Para los demás tiempos, el misal contempla oraciones sobre el pueblo de forma genérica, y bendiciones solemnes divididas por tiempos litúrgicos y para la celebración de los santos. En los rituales también se prevén bendiciones solemnes para las Misas rituales.

Si se va a usar una oración sobe el pueblo o una bendición solemne, un diácono (o el sacerdote, en su ausencia) antes de la oración dice: “Inclínense para recibir la bendición.” (IGMR 185). Todos se inclinan a estas palabras.

Si se hace una oración sobre el pueblo, el sacerdote extiende las manos sobre el pueblo y recita la oración, a la que todos responden “Amén”. Luego, el sacerdote imparte la bendición como se dijo antes.

Si se emplea una bendición solemne, igualmente el sacerdote extiende las manos sobre el pueblo y pronuncia cada una de las intercesiones a Dios. A cada una de ellas todos responden “Amén”. Luego, el sacerdote imparte la bendición como se dijo antes.

En caso de que un sacerdote celebre sólo, sin ni siquiera un ministro, se omite la bendición final (IGMR 254).

Cuando celebra un obispo, tras la oración después de la comunión (o después de los avisos, si los hubo), recibe la mitra. Luego dice “El Señor esté con ustedes (vosotros)”, a lo que se responde “Y con tu espíritu”. Luego dice: “Bendito sea el nombre del Señor”, a lo que se responde “Ahora y por siempre”. El obispo dice: “Nuestro auxilio es el nombre del Señor”, y se responde “Que hizo el cielo y la tierra.” En ese momento toma el báculo con la mano izquierda (si tiene derecho a usarlo, si no coloca la mano izquierda sobre el pecho) y dice: “La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu descienda sobre ustedes (vosotros)”, mientras traza una cruz en la mención de cada Persona Santa: la primera a la izquierda, después en el centro, y finalmente a la derecha (CE 169).

Después de la bendición, con las manos juntas, el sacerdote agrega “Pueden (Podéis) ir en paz”, y todos responden “Demos gracias a Dios.” (IGMR 168). Si hay un diácono, es él quien dice esto (IGMR 185). El Domingo de Pascua, desde la Vigilia Pascual, en la Octava de Pascua, el II Domingo de Pascua y en Pentecostés, se le agrega a la fórmula de despedida y a la respuesta “Aleluya, aleluya” En las ediciones en lenguas vernáculas del misal hay otras fórmulas de despedida.

Cuando un sacerdote celebra con un ministro o sólo omite la despedida “Pueden ir en paz” (IGMR 254 y 272).

En las Misas papales es costumbre que en este momento se entone la antífona mariana del tiempo. No está prescrito, es sólo una costumbre.

Luego, el sacerdote se dirige al altar y lo venera con un beso. Si hay concelebrantes, ellos no veneran el altar (IGMR 169 y 251). Sin embargo, el diácono si besa el altar (IGMR 186). Si el obispo celebra, venera el altar con la mitra y con el báculo, a diferencia del inicio de la Misa.

Luego, tanto el sacerdote como los concelebrantes, los diáconos y los ministros laicos, hacen una inclinación profunda ante el altar (IGMR169, 251 y 186). Si el tabernáculo con el Santísimo Sacramento está en el presbiterio, después de la inclinación ante el altar, hacen genuflexión ante éste (IGMR 274). Luego se retiran procesionalmente en orden en el que entraron. No se pone incienso en el turíbulo para esta procesión de salida; únicamente en se usa en la Misa Crismal.

El misal no prevé un canto de salida. Sin embargo, puede hacerse, o bien, puede tocarse el órgano u otros instrumentos para acompañar la salida del sacerdote y los ministros.

Al llegar a la sacristía, todos a una vez, hacen una reverencia a la cruz. Cuando el obispo celebra, los concelebrantes y los ministros pasan a saludar al obispo y, después, se quitan las vestiduras sagradas y dejan todo lo que usaron en la celebración (CE 170).